lunes, 18 de julio de 2016

Realidad.

El mundo en el que vivimos es un conjunto de sensaciones, ideas y objetos que conforman una percepción de la realidad que unifica la manera de razonar de una comunidad o colectivo. El colectivo en el que vivimos también estará marcado por el producto de los agentes de socialización, como consecuencia el colectivo social formará gran parte de nuestra percepción.

Desde pequeños tendemos a preguntar el "por qué" de todo nuestro entorno, y la respuesta cedida por nuestro alrededor mayoritariamente se basa en "porque sí", por ello nos hemos habituado a transformar nuestras experiencias sensoriales en un dogma de fe, es decir, la realidad que se nos presenta es tal como nuestros sentidos procesan. Mi habitación es verde, mi silla mide medio metro, mi espejo muestra un cuerpo esbelto. Es así. Mis amigos lo corroboran. Es en la adolescencia cuando nuestro periodo de escepticismo incrementa. Comenzamos a cuestionarlo todo sobre lo que nos rodea, y quizás ello sea una de las causas que nos hacen madurar, teniendo en cuenta la adolescencia como etapa de transición entre la niñez y la madurez. Por ejemplo, al introducir una pajita o un palo en un vaso, los vemos doblados, cuando en realidad sabemos perfectamente que están rectos. Nos percatamos entonces de que los sentidos no son fieles a la realidad siempre. El claro ejemplo de la distorsión es en nuestro estado de embriaguez.

- Qué poco me gusta Beethoven, por Dios.

+ Pero qué dices, ¡si es genial!

- ¡Rachmaninov si que es genial!

+ Tienes el oído en el culo.

- Tú no sabes apreciar la belleza.

Y es ahí cuando nos podemos percatar de que la realidad no es la misma incluso para la gente más cercana, quizá este debate se pueda entablar con tu mejor amigo y vuestras opiniones distarán. Pero una cosa clara podrás obtener con tus amigos, conocidos o personas que intentes dialogar, una mesa es azul porque tu vista, tus conos y bastones lo dictan y tu cerebro procesa, al igual que el de tu persona conocida, pero, ¿qué hay sobre la belleza? ¿Por qué no contenéis las mismas opiniones? De esta forma, la verdad o la realidad, puede ser distinta en cada persona. Pero, ¿cómo saber entonces cuál es la realidad verdadera? ¿Cómo podemos saber con exactitud cómo es el mundo, si existe, qué somos o adónde vamos?

Para empezar, podemos separar las cualidades de un objeto en primarias (objetivas) y en secundarias (subjetivas). Las objetivas son las que consideramos que son como son para todo el mundo (anchura, longitud, forma...) Un claro ejemplo de ello, es un círculo, es difícil dudar que un círculo no sea redondo, porque ¿cuántos círculos cuadrados has visto? Las cualidades subjetivas (color, sabor, olor...), sin embargo, son las características del objeto de las que no hay consenso escrito, o que dependen de cada persona, independientemente de algún tipo de ley social, física o psicológica entre otras. Para mí, Gloria, de Vivaldi, puede ser una obra genial y bellísima, pero a lo mejor mis padres opinan que es una obra que carece de hermosura. Esta idea la podemos llevar al extremo y calentarnos un poco la cabeza, por que puede ser que para mí el color azul se manifieste en la realidad como un anaranjado, pero como en "Barrio Sésamo" me han enseñado que ese color se llama azul, lo llamaré así, sin saber si es ese realmente o sin poder demostrar lo contrario. Si nos paramos a pensar un momento, podemos llegar a plantearnos muchas situaciones. Un ejemplo es, ¿cómo podemos mostrarle a un criminal que matar está mal? A lo mejor, su concepción de ética es esa, y por lo tanto, no podríamos negárselo, ya que lo que para mí está mal, puede que para él esté bien, o viceversa.

Y todavía llevando todo más el extremo podemos llegar a la hipótesis de: ¿y si el objeto no es real, y todo es proyección de mi mente? ¿Cómo puedo asegurarme de que todo esto no es así? En realidad no hay pruebas que sostengan este argumento, como que tampoco las hay que las refuten, por ello, los más escépticos sobre la realidad podrían posicionarse en este extremo, cuyo nombre es denominado como idealismo, próximamente hablaremos de esta postura, es la que ambos encontramos más firmes.

De lo que podemos estar seguros es que la realidad escurre entre nuestras manos como si de agua se tratara y se posara en ella, sabemos de qué moléculas está formada, pero jamás podemos retenerla porque estamos condicionados por nuestros sentidos y experiencias sensoriales, como consecuencia de nuestra limitación no poder ir más allá de ello, quizá necesitemos otros sentidos que el ser humano es incapaz de imaginar porque estamos limitados por las cualidades de nuestro cerebro para poder alcanzarla, quizá necesitemos aptitudes cerebrales que nuestro cerebro humano es incapaz de contener por mucho que nos esforcemos, quizá necesitemos algo que nuestro cerebro sea incapaz de imaginar por nuestra restricción sensorial. Quizá aquellos que contengan esquizofrenia se acerquen más al modelo de realidad que nosotros. Quizá estemos empeñados en encuadrar, en etiquetar todo y sobreponer, escoger una realidad y un camino tangible. Quizá todas las realidades sean válidas y que a su vez nada sea válido a la vez, o quizá todo sea posible en conjunto. También es probable (y bastante) que jamás podamos averiguar la verdad sobre la realidad, que simplemente nuestro cerebro no sea capaz de imaginar lo que realmente está sucediendo a nuestro al rededor. A lo mejor estamos siendo controlados por alienígenas de mentes superiores, o incluso podemos simplemente no existir, aunque nos cueste creerlo. 


                                                           Alba García, Miguel Molina.