- Ser orgulloso y pensar que algo de razón tienes
- Que tu profesor/a se equivoca (ligada a la primera reacción).
- Cederle la razón.
Y si por algún casual tu valor se posa ante tu brazo y logra alzarlo para preguntar: "¿por qué?" ese mismo profesor intentará comerte el tarro con su razón absoluta sobre el significado de ese poema, tal y como lo estudió en su prestigiosa universidad.
Bueno. Está claro que hay cosas que caen sobre su propio peso, digamos que esas son las objetivas (aunque todo lo objetivo acabe siendo preso de la subjetividad), las más visuales, en las que todos coincidimos. En medio de una descripción de una casa, por ejemplo:
— Las cortinas son rojas.
Ese pedante profesor puede añadir: "oh, son rojas por el sufrimiento que padece el autor, es simbólico", y tú pensar: "son sólo unas cortinas.". Quizá él tenga razón, pero yo apostaría a que no. A no ser que más posteriormente el autor se centre en esas estúpidas cortinas.
Volviendo al tema. Estoy cansada de esos profesores caciques que se centran en enseñar lo que sus sentidos les muestran, lo que sus maestros les impartieron. Estas personas jamás van a poder saber lo que realmente quería transmitir Cervantes con su gran ingenioso hidalgo de la Mancha, jamás podrán saber lo que el seudónimo de Fernando de Rojas quería ocultar, ni su Celestina mostrar. Porque jamás vais a poder entender una interpretación de cualquier autor fallecido sin antes poder preguntarle, y, me dan igual los indicios que hayan para poder justificar las teorías, porque, esas teorías se quedarán siempre en lo que son, teorías in-aprobadas.
El esplendor de mi hartura se encuentra en la poesía, la subjetividad, reina de este género. Todo mucho más impredecible, imposible entablar convenio sobre las interpretaciones. Romance Sonámbulo, ese tal "verde que te quiero verde" del maravilloso simbólico García Lorca al que la sociedad no supo valorar. Cuántas interpretaciones habré escuchado atentamente, y, muchas semejantes, muchas otras contradictorias, otras antónimas totalmente, y, ese profesor aún queriendo tener la razón absoluta e imponerla a la fuerza en tu mente, para que la tuya, llena de creatividad salga disparada atrofiándose contra el suelo, sin posibilidad de regeneración.
Os juro que existe una teoría donde habla sobre los 3 tipos de profesores, pero no puedo daros fuentes de información porque no encuentro nada sobre ello en internet, así que, como si de un dogma de fe se tratara, creedme. Existen 3 tipos de profesores relacionados con la interpretación:
- Los ignorantes sobre la diversidad de la interpretación.
- Los que lo saben pero aun así quieren defender lo indefendible.
- Y los que son conscientes de que las interpretaciones no son dignas de seguirlas como este dogma de fe, el cual confiáis que es riguroso, y permiten escuchar múltiples interpretaciones.
Sobre el segundo tipo, aquel cegado y plomo profesor, muy probable que sufra un problema de inferioridad queriendo impartir su enseñanza absolutista de manera empírica, matemáticamente para querer sentirse a la altura y que sus alumnos puedan sentirse igual que en su interior. Desde el más debido respeto, preguntarle siempre el por qué. Por qué tú, querido lector, no tienes algo de razón sobre tu interpretación y la suya es la más válida. Probablemente la conversación terminará en: "Vamos a ver, aquí quién es el licenciado", y tú frustrado, sin saber que responder, debes saber que un trozo de papel que demuestre que a sus 25 años sabía muchísima literatura, ha memorizado varios fragmentos de libros, ha desgastado muchísimos bolígrafos BIC que a consecuencia le otorgaron la licenciatura, no quiere decir que su punto de mira sea el más adecuado, y eso, hasta el mismo profesor lo tiene que saber. Pero, para esos profesores, pensativos de su superioridad, el factor azar ha actuado aquí. No tenemos culpa de estar ahora en pupitres, y vosotros alzados impartiendo clases 0 creativas, podríamos ser nosotros quienes estuviésemos escribiendo en la pizarra sintaxis para analizarla, y vosotros siendo los analíticos.
Dejad volar vuestra imaginación y que nadie, absolutamente nadie, os cuestione vuestro poder imaginativo dejando abierta la puerta de "pérdida de autoestima", todo lo que provenga de tu mente es válido artísticamente hablando, tenedlo en cuenta.
Para finalizar dejaré una frase célebre del gran Dámaso Alonso:
¿Estáis de acuerdo? ¿Discrepáis? Aportad vuestro comentario, me encantaría poder leerlos y poder compartir y nutrirme de nuevas opiniones. Como siempre, ¡gracias por leer!