domingo, 29 de mayo de 2016

¿Estar solo o acompañado?

La música es el idioma universal por excelencia, todo el mundo lo conoce, todo el mundo habla con él, de él, pero pocos llegan a conocer intrínsecamente este arte, ya sea, comenzando por lo más superficial, tocando un instrumento, o, adentrándonos mucho más, analizando la música que estamos emitiendo. 

Bien. Mis nueve años tocando varios instrumentos, aumentando el grado de dificultad de análisis musical durante estos años me han hecho darme cuenta de que esta capacidad se oculta detrás del escenario si padecemos miedo escénico. Pero el tema de hoy no tratará del miedo escénico. 

¿Se escucha, se disfruta, se siente igual la música en tu casa que posado en un escenario?

No. Por supuesto que no. 

Actualmente soy capaz de tocar tres instrumentos, desenvolverme en ellos, pero hoy voy a descartar dos instrumentos, los cuales son los que empecé más tardíamente. Vengo a hablar como guitarrista. 

El escenario es un cúmulo de sorpresas en el que tú no puedes resolver ninguna situación que se desborde de tus manos, ejemplo:

- Que la acústica no esté hecha para guitarristas clásicos, ya que carece hasta de micrófono.

Sólo te queda adecuarte a la situación y romperte las uñas para que todo el auditorio logre escucharte.

No obstante, estas situaciones no tienen la misma importancia si estás tú solo sentado en una silla con tu atril sujetando las partituras, un público que no despega su mirada de tu rostro... que si te hallas con la orquesta en la que llevas tocando ya varios años, donde tú (a no ser que seas solista) no eres el foco de atención. 

Entonces llegas a la conclusión... ¿es mejor tocar solo, o tocar en conjunto?


Analicemos el primer caso: estás solo delante de muchas personas que no apartan la mirada de ti, tú eres el centro de atención. 

1. Tienes miedo escénico.

Te van a sudar las manos (seguro, segurísimo). Vas a sentirte incapaz. Tu inseguridad no te dejará salir al escenario sin partitura. Intentas respirar. Te olvidas de hacerlo. Hasta olvidas si recuerdas la partitura estudiada durante meses. Fallas una nota (era de esperar, no estás creyendo en ti mismo), tu nerviosismo crece. Lo pasas mal, deseas terminar la obra. "Seguro que piensan que soy un horror" pensarás mientras estás tocando una fuga compleja de Bach. Finalizas, la gente te aplaude. Piensan que eres genial. A la gente de confianza le dirás: "Dios, qué jodido desastre, estaba súper nervioso/a, ha sido un horror". 

2. No tienes miedo escénico.

Quizá al tocar la incertidumbre de la nueva superficie en la que tienes que tocar puedas sentir nervios al principio de la interpretación. Quieres disfrutar el nuevo lugar que se te ofrece. No sabes si tocar con partitura o sin, pero te arriesgas, a la mierda la partitura. Respiras, te llenas de oxígeno y todo sale. Alguna nota fallida, pero da igual, no tiene importancia mientras que tus caras no expresen que te has equivocado. La increíble fuga no se escapa de tus manos. Finalizas, la gente te aplaude. Piensan que eres genial. A la gente le agradecerás ese pensamiento.

Lo peor que te puede ocurrir si tocas solo es equivocarte en varias notas consecutivas, en pasajes completos, que se te vaya la pinza y olvides lo que estás tocando durante meses. Si son pocas notas, no pasa nada, mientras que tus caras no lo exterioricen. Si son pasajes, siempre puedes improvisar algo (quizá quede hasta bien), si es el resto de la obra... no pasa nada, pide disculpas y vuelve a comenzar, la gente lo comprenderá y obtendrás todo su apoyo moral.

Lo mejor de tocar solo es que no tienes que estar pendiente de nadie. Si te equivocas en varias notas no es percatable, prácticamente. Mientras que, si tocas con otra persona, el horror se hará más visible porque comienzan las disonancias (suena mal, vaya), a no ser que estés tocando una obra contemporánea... en fin, esa ya es otra historia. Puedes equivocarte de tiempo, entrar cuando te dé la gana que no importará.


3. En una orquesta (teniendo en cuenta que llevas dos años mínimo tocando).

Estás rodeado de compañeros en el escenario. Te sientes más confiado. Si te equivocas no se nota a penas puesto que hay muchas más personas haciendo tu mismo papel. Puedes estar nervioso, no disfrutar, pero no se tendrá en cuenta a penas tu protagonismo y siempre te dirán tus padres que lo has hecho genial, que has sido el mejor de tu orquesta (aun sin haberte escuchado). 

El problema de la orquesta es el número de integrantes de ésta. Cuando las sillas están muy pegadas, si eres cellista, vuestros arcos posiblemente chocarán y tú estarás más pendiente de eso que de seguir al director, y como consecuencia, puede ocurrir que no veas cuando te da la entrada para entrar a tiempo y entres un compás antes. Ahí si que se notará el gran fallo. 

En fin. El escenario es increíble cuando aprendes a disfrutar del miedo. Yo, personalmente, todavía no he logrado conseguirlo por solitario cuando tengo un instrumento entre mis brazos y un publico que me está observando, pero, lo intento. Eso sí, he mejorado bastante y tocar sola no me abruma tanto como hace un par de años, pero aún así no lo disfruto. La cosa cambia cuando estoy con un compañero, haciendo un dueto. Me lo paso pipa. La orquesta ya es la hostia. Sentir como la vibración de las cuerdas retumbando en mi tímpano me encanta. Me llena. La concentración empleada para contar compases para ver donde entras, es lo mejor. Me lo paso genial sobre el escenario con muchas personas más que conmigo sola.


Y, entonces, ¿qué es mejor, tocar solos o acompañados?

No lo sé, ¿qué opinas tú?



1 comentario:

  1. Para mí, tocar en conjunto es mucho mejor que tocar solo, pero ¡me gusta tocar solo también!

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