Caminamos por la calle y nos topamos a un colectivo repleto de parentescos. Lo primero que observamos es la apariencia de ellos, juzgamos que comparten ciertas similitudes a causa de que la ropa sigue una relación armónica.
Mientras ando hacia el conservatorio, me encuentro a un grupo de chavales practicando hip-hop. Mismas vestimentas anchas, mismos peinados despreocupados, logran captar mi atención. Nos sumergimos en un parque, escuchamos el estruendo del reggaeton cuyos provocantes son adolescentes sumergidos entre su atmósfera repleta de humo, las risas escapándose de sus bocas, y sus pintas despreocupadas. Varias gorras que no dejan mostrar su cabello*1.
¿Por qué? ¿Por qué cada uno de nosotros hemos decidido lo que nos gusta llevar, lo que nos gusta ser? ¿Cómo hemos sido capaces de forjar ese juicio, cómo somos capaces de construirlo diariamente?
Me pregunto cuando pienso en esto.
Pero a mí la apariencia no me importa, no me importa tanto como lo podría ser el carácter o el temperamento. O nuestra actuación hacia la sociedad.
Desde que nacemos estamos expuestos a este fenómeno. Qué coño, mucho antes. Desde que solo somos átomos formando la primera célula, estamos nadando entre el organismo de nuestras respectivas madres. No nos afecta en gran parte porque no hemos salido al exterior cuyo lenguaje se extiende a la no verbalización, capaz de comprenderlo los bebés y el lenguaje verbal, que un poco más adelante, seremos capaces de comprender gracias a la reiteración de vocablos, que, la sociedad (creadora de esta herramienta) trata de ofrecerte su significado objetivo haciéndote creer que este es el mecanismo de comunicación entre humanos.*2.
Especulemos y sumerjámonos en el siguiente caso: nuestra madre nos tira a la selva, milagrosamente logramos sobrevivir. El mundo de las ideas se disipa en nuestra mente porque no tenemos un lenguaje donde agruparlo. Porque, las ideas, no son más que conjuntos de sentimientos y sensaciones agrupados expresados mediante esta herramienta. Implantemos a este humano entre nuestra sociedad. Hagámosle elegir entre dos tipos de ropas. Estoy segura que la que mayor sensación le provocara (sea por la forma, el color...), sería su elección. Le da igual la moda. Le da igual qué es la última tendencia y con qué la gente le va a ver mejor, porque, no ha estado anticipado nunca a ese estímulo. Nadie le ha dicho que tenía qué hacer 'x' cosa para agradar al resto.
Desde pequeños hemos sido bombardeados por información. La información en malas manos se nutre en nuestro organismo hasta hincharnos de desinformación.
¿Por qué somos prejuiciosos? Joder, porque vivimos en unos cánones, en unos cánones cuya gente inherente puede verse encajonados en ellos, intenta desgarrar sus barreras y sacar a toda la gente que pueda. Pero no es posible. Hay personas que no son capaces de mirar más allá, o, que si lo consiguen, dan la espalda al problema por no salir de su zona de confort.
Se nos ha enseñado a atender al sistema, a elegir en base a esto. Y, si sobrepasamos las fronteras, sentir que no encajamos retrocediendo en el camino por miedo a la exclusión.
Sin ir más lejos, nosotros actuamos respecto a nuestro grupo de iguales, empleando un lenguaje y recursos similares, como puede ser el humor. Esto no es algo que exista por sí solo. Otra persona que no comprenda este tipo de humor, puede ser entrometido y faltar el respeto, por no ser igual que el suyo, construido por productos y reacciones sociales que ha ido acatando hasta quedarse con lo que más le gusta. Al igual que el tuyo.
Estoy cansada de algunas argumentaciones. Ella no es una guarra porque folle con quien quiera, ella no es una guarra por ser libre.
La bisexualidad no es una moda. No solo existen los hombres y las mujeres (ábreme).
No, sociedad. Esto es una construcción social vuestra. Porque, ¿en qué gen se expresa el carácter "ser guarra", mostrando la idealización de vuestra mente?
Y de verdad, tengo un problema. Todavía esto lo veo más subjetivo y no soy capaz de expresarme porque siento que mediante el lenguaje no puedo. El lenguaje no puede sonsacarme lo inútil que me parecen los juicios sociales. Me bloquea saber que mediante palabras no puedo sobrarme.
Uno de los ejemplos que yo no soporto, lo voy a exponer. No soporto que cuando mis ideas discrepen con las de alguna persona que opine de forma objetiva que las cosas son "a" y no pueden ser "a" y "b" a la vez, esta persona se dedique a intentar imponer las suyas sobre las mías porque son más correctas según su parecer construido por implantes sociales. No voy a dejar que nada estamentado por una sociedad inestable me confunda. No voy a dejar que unas mentes cerradas intenten imponer que su verdad es la absoluta. Me niego a creer en las ideas homófobas, xenófobas, machistas y un largo etc. Me niego porque no tienen donde sostenerse, porque, estas ideas, no existen sin las personas que las proyectan.
Y, ¿qué debemos hacer? Informarnos. Lo único que tomo por objetivo son las matemáticas y la lógica. Pero ni de eso me fío.
En fin, ¿que por qué nos gusta lo que nos gusta? Por la sensación que nos provoca, lo limada e influenciada que tengamos esta percepción por el conflicto social y por nuestro criterio, si no está muy ocultado tras el miedo a la exclusión.
Lo que quiero intentar transmitir es que toda opinión es extracción de nuestro cerebro. Que nuestra opinión sobre el mundo no existe con veracidad.
Vivimos en un mundo donde no sabemos lo que es real porque todo está forjado por nuestros sentidos. Pero ese ya es otro tema.
*inciso 2, No creo en el lenguaje. No creo en esta artimaña que dista muchísimo de nuestra mente. Quiero decir que es un lenguaje incompleto. Nadie va a comprender lo que para ti cada palabra significa (denotacionalmente). Nadie va a sentir el dolor que tú sientes, o la alegría que padeces porque las palabras son escasas para reflejar sentimientos, y, puesto que nadie siente de la misma forma, esto se queda corto.
*inciso 1, estoy empleando una generalización, para nada pretendo decir que todas las personas que estén en estas condiciones actúen como previamente he comentado.
miércoles, 19 de octubre de 2016
lunes, 3 de octubre de 2016
Estoy cansado
"Estar cansado tiene plumas,
tiene plumas graciosas como un loro,
plumas que desde luego nunca vuelan,
mas balbucean igual que loro.
Estoy cansado de las casas,
prontamente en ruinas sin un gesto;
estoy cansado de las cosas,
con un latir de seda vueltas luego de espaldas.
Estoy cansado de estar vivo,
aunque más cansado sería el estar muerto;
estoy cansado del estar cansado
entre plumas ligeras sagazmente,
plumas del loro aquel tan familiar o triste,
el loro aquel del siempre estar cansado."
Luis Cernuda
tiene plumas graciosas como un loro,
plumas que desde luego nunca vuelan,
mas balbucean igual que loro.
Estoy cansado de las casas,
prontamente en ruinas sin un gesto;
estoy cansado de las cosas,
con un latir de seda vueltas luego de espaldas.
Estoy cansado de estar vivo,
aunque más cansado sería el estar muerto;
estoy cansado del estar cansado
entre plumas ligeras sagazmente,
plumas del loro aquel tan familiar o triste,
el loro aquel del siempre estar cansado."
sábado, 1 de octubre de 2016
La poesía jamás te olvidará.
Me apetecía recitar esto. Está de manera cutrísima. Pero es precioso. Espero que os guste tanto como a mí.
lunes, 18 de julio de 2016
Realidad.
El mundo en el que vivimos es un conjunto de sensaciones, ideas y objetos que conforman una percepción de la realidad que unifica la manera de razonar de una comunidad o colectivo. El colectivo en el que vivimos también estará marcado por el producto de los agentes de socialización, como consecuencia el colectivo social formará gran parte de nuestra percepción.
Desde pequeños tendemos a preguntar el "por qué" de todo nuestro entorno, y la respuesta cedida por nuestro alrededor mayoritariamente se basa en "porque sí", por ello nos hemos habituado a transformar nuestras experiencias sensoriales en un dogma de fe, es decir, la realidad que se nos presenta es tal como nuestros sentidos procesan. Mi habitación es verde, mi silla mide medio metro, mi espejo muestra un cuerpo esbelto. Es así. Mis amigos lo corroboran. Es en la adolescencia cuando nuestro periodo de escepticismo incrementa. Comenzamos a cuestionarlo todo sobre lo que nos rodea, y quizás ello sea una de las causas que nos hacen madurar, teniendo en cuenta la adolescencia como etapa de transición entre la niñez y la madurez. Por ejemplo, al introducir una pajita o un palo en un vaso, los vemos doblados, cuando en realidad sabemos perfectamente que están rectos. Nos percatamos entonces de que los sentidos no son fieles a la realidad siempre. El claro ejemplo de la distorsión es en nuestro estado de embriaguez.
- Qué poco me gusta Beethoven, por Dios.
+ Pero qué dices, ¡si es genial!
- ¡Rachmaninov si que es genial!
+ Tienes el oído en el culo.
- Tú no sabes apreciar la belleza.
Y es ahí cuando nos podemos percatar de que la realidad no es la misma incluso para la gente más cercana, quizá este debate se pueda entablar con tu mejor amigo y vuestras opiniones distarán. Pero una cosa clara podrás obtener con tus amigos, conocidos o personas que intentes dialogar, una mesa es azul porque tu vista, tus conos y bastones lo dictan y tu cerebro procesa, al igual que el de tu persona conocida, pero, ¿qué hay sobre la belleza? ¿Por qué no contenéis las mismas opiniones? De esta forma, la verdad o la realidad, puede ser distinta en cada persona. Pero, ¿cómo saber entonces cuál es la realidad verdadera? ¿Cómo podemos saber con exactitud cómo es el mundo, si existe, qué somos o adónde vamos?
Para empezar, podemos separar las cualidades de un objeto en primarias (objetivas) y en secundarias (subjetivas). Las objetivas son las que consideramos que son como son para todo el mundo (anchura, longitud, forma...) Un claro ejemplo de ello, es un círculo, es difícil dudar que un círculo no sea redondo, porque ¿cuántos círculos cuadrados has visto? Las cualidades subjetivas (color, sabor, olor...), sin embargo, son las características del objeto de las que no hay consenso escrito, o que dependen de cada persona, independientemente de algún tipo de ley social, física o psicológica entre otras. Para mí, Gloria, de Vivaldi, puede ser una obra genial y bellísima, pero a lo mejor mis padres opinan que es una obra que carece de hermosura. Esta idea la podemos llevar al extremo y calentarnos un poco la cabeza, por que puede ser que para mí el color azul se manifieste en la realidad como un anaranjado, pero como en "Barrio Sésamo" me han enseñado que ese color se llama azul, lo llamaré así, sin saber si es ese realmente o sin poder demostrar lo contrario. Si nos paramos a pensar un momento, podemos llegar a plantearnos muchas situaciones. Un ejemplo es, ¿cómo podemos mostrarle a un criminal que matar está mal? A lo mejor, su concepción de ética es esa, y por lo tanto, no podríamos negárselo, ya que lo que para mí está mal, puede que para él esté bien, o viceversa.
Y todavía llevando todo más el extremo podemos llegar a la hipótesis de: ¿y si el objeto no es real, y todo es proyección de mi mente? ¿Cómo puedo asegurarme de que todo esto no es así? En realidad no hay pruebas que sostengan este argumento, como que tampoco las hay que las refuten, por ello, los más escépticos sobre la realidad podrían posicionarse en este extremo, cuyo nombre es denominado como idealismo, próximamente hablaremos de esta postura, es la que ambos encontramos más firmes.
De lo que podemos estar seguros es que la realidad escurre entre nuestras manos como si de agua se tratara y se posara en ella, sabemos de qué moléculas está formada, pero jamás podemos retenerla porque estamos condicionados por nuestros sentidos y experiencias sensoriales, como consecuencia de nuestra limitación no poder ir más allá de ello, quizá necesitemos otros sentidos que el ser humano es incapaz de imaginar porque estamos limitados por las cualidades de nuestro cerebro para poder alcanzarla, quizá necesitemos aptitudes cerebrales que nuestro cerebro humano es incapaz de contener por mucho que nos esforcemos, quizá necesitemos algo que nuestro cerebro sea incapaz de imaginar por nuestra restricción sensorial. Quizá aquellos que contengan esquizofrenia se acerquen más al modelo de realidad que nosotros. Quizá estemos empeñados en encuadrar, en etiquetar todo y sobreponer, escoger una realidad y un camino tangible. Quizá todas las realidades sean válidas y que a su vez nada sea válido a la vez, o quizá todo sea posible en conjunto. También es probable (y bastante) que jamás podamos averiguar la verdad sobre la realidad, que simplemente nuestro cerebro no sea capaz de imaginar lo que realmente está sucediendo a nuestro al rededor. A lo mejor estamos siendo controlados por alienígenas de mentes superiores, o incluso podemos simplemente no existir, aunque nos cueste creerlo.
Alba García, Miguel Molina.
Desde pequeños tendemos a preguntar el "por qué" de todo nuestro entorno, y la respuesta cedida por nuestro alrededor mayoritariamente se basa en "porque sí", por ello nos hemos habituado a transformar nuestras experiencias sensoriales en un dogma de fe, es decir, la realidad que se nos presenta es tal como nuestros sentidos procesan. Mi habitación es verde, mi silla mide medio metro, mi espejo muestra un cuerpo esbelto. Es así. Mis amigos lo corroboran. Es en la adolescencia cuando nuestro periodo de escepticismo incrementa. Comenzamos a cuestionarlo todo sobre lo que nos rodea, y quizás ello sea una de las causas que nos hacen madurar, teniendo en cuenta la adolescencia como etapa de transición entre la niñez y la madurez. Por ejemplo, al introducir una pajita o un palo en un vaso, los vemos doblados, cuando en realidad sabemos perfectamente que están rectos. Nos percatamos entonces de que los sentidos no son fieles a la realidad siempre. El claro ejemplo de la distorsión es en nuestro estado de embriaguez.
- Qué poco me gusta Beethoven, por Dios.
+ Pero qué dices, ¡si es genial!
- ¡Rachmaninov si que es genial!
+ Tienes el oído en el culo.
- Tú no sabes apreciar la belleza.
Y es ahí cuando nos podemos percatar de que la realidad no es la misma incluso para la gente más cercana, quizá este debate se pueda entablar con tu mejor amigo y vuestras opiniones distarán. Pero una cosa clara podrás obtener con tus amigos, conocidos o personas que intentes dialogar, una mesa es azul porque tu vista, tus conos y bastones lo dictan y tu cerebro procesa, al igual que el de tu persona conocida, pero, ¿qué hay sobre la belleza? ¿Por qué no contenéis las mismas opiniones? De esta forma, la verdad o la realidad, puede ser distinta en cada persona. Pero, ¿cómo saber entonces cuál es la realidad verdadera? ¿Cómo podemos saber con exactitud cómo es el mundo, si existe, qué somos o adónde vamos?
Para empezar, podemos separar las cualidades de un objeto en primarias (objetivas) y en secundarias (subjetivas). Las objetivas son las que consideramos que son como son para todo el mundo (anchura, longitud, forma...) Un claro ejemplo de ello, es un círculo, es difícil dudar que un círculo no sea redondo, porque ¿cuántos círculos cuadrados has visto? Las cualidades subjetivas (color, sabor, olor...), sin embargo, son las características del objeto de las que no hay consenso escrito, o que dependen de cada persona, independientemente de algún tipo de ley social, física o psicológica entre otras. Para mí, Gloria, de Vivaldi, puede ser una obra genial y bellísima, pero a lo mejor mis padres opinan que es una obra que carece de hermosura. Esta idea la podemos llevar al extremo y calentarnos un poco la cabeza, por que puede ser que para mí el color azul se manifieste en la realidad como un anaranjado, pero como en "Barrio Sésamo" me han enseñado que ese color se llama azul, lo llamaré así, sin saber si es ese realmente o sin poder demostrar lo contrario. Si nos paramos a pensar un momento, podemos llegar a plantearnos muchas situaciones. Un ejemplo es, ¿cómo podemos mostrarle a un criminal que matar está mal? A lo mejor, su concepción de ética es esa, y por lo tanto, no podríamos negárselo, ya que lo que para mí está mal, puede que para él esté bien, o viceversa.
Y todavía llevando todo más el extremo podemos llegar a la hipótesis de: ¿y si el objeto no es real, y todo es proyección de mi mente? ¿Cómo puedo asegurarme de que todo esto no es así? En realidad no hay pruebas que sostengan este argumento, como que tampoco las hay que las refuten, por ello, los más escépticos sobre la realidad podrían posicionarse en este extremo, cuyo nombre es denominado como idealismo, próximamente hablaremos de esta postura, es la que ambos encontramos más firmes.
De lo que podemos estar seguros es que la realidad escurre entre nuestras manos como si de agua se tratara y se posara en ella, sabemos de qué moléculas está formada, pero jamás podemos retenerla porque estamos condicionados por nuestros sentidos y experiencias sensoriales, como consecuencia de nuestra limitación no poder ir más allá de ello, quizá necesitemos otros sentidos que el ser humano es incapaz de imaginar porque estamos limitados por las cualidades de nuestro cerebro para poder alcanzarla, quizá necesitemos aptitudes cerebrales que nuestro cerebro humano es incapaz de contener por mucho que nos esforcemos, quizá necesitemos algo que nuestro cerebro sea incapaz de imaginar por nuestra restricción sensorial. Quizá aquellos que contengan esquizofrenia se acerquen más al modelo de realidad que nosotros. Quizá estemos empeñados en encuadrar, en etiquetar todo y sobreponer, escoger una realidad y un camino tangible. Quizá todas las realidades sean válidas y que a su vez nada sea válido a la vez, o quizá todo sea posible en conjunto. También es probable (y bastante) que jamás podamos averiguar la verdad sobre la realidad, que simplemente nuestro cerebro no sea capaz de imaginar lo que realmente está sucediendo a nuestro al rededor. A lo mejor estamos siendo controlados por alienígenas de mentes superiores, o incluso podemos simplemente no existir, aunque nos cueste creerlo.
lunes, 27 de junio de 2016
(Política)mente incorrectos.
Antes de comenzar, debo puntualizar de que esta entrada tiene carácter subjetivo, sé que algunos compartirán mis argumentos, pero no deja de ser eso, una opinión desde mi punto de vista, como la mayoría de entradas de este blog, pero, tratando de política debo subrayarlo.
Las elecciones del pasado 26J dieron a fruto el ganador imaginable, el Partido Popular, siendo escasa su mayoría absoluta (176 diputados), sin embargo no distaba rigurosamente de ella, con un total de 137 diputados en el congreso.
No sé qué ocurrirá ahora, el PP ha quedado ganador en cuanto nombre de diputados, pero, no sé qué va a pasar ahora, ni si habrán coaliciones respecto al resto de partidos políticos. Pero no vengo a hablar de las consecuencias resultantes en el congreso, ni en el senado, vengo a hablar de las consecuencias que nos percatan a nosotros como personas integrantes de este estado.
En estas elecciones, había alquilado un poco de ilusión porque todavía tenía la esperanza de que el cambio surgiera, aunque no pudiese ser en toda la totalidad, que al menos el cambio fuera la sombra de PP y que con el tiempo pudiese pasar a primer plano. Poco a poco. Pero el alquiler tuvo que ser devuelto a la noche, cuando encendí el televisor y mis ojos comprobaron que el español quiere volver a ser maltratado por las elecciones de los políticos. ¿Es culpa de los políticos pues?
No.
Procedamos a clasificar los votantes por edades:
Jóvenes votantes: aquellos a quienes el derecho a voto ha sido implantado este año, o son de sus primeras elecciones. Se me abren dos teorías (principales):
- papis y mamis: "hijo, vota a este partido porque es el que está votando toda la familia desde que tenemos uso de razón, no votes a otro que no sea PP o PSOE, que sino el país se va a la ruina". Principal idea inyectada por parte de padres y madres que coartan la libertad del voto de su hijo/a. Las respuestas que pueden ser dadas son tales como estas:
"No mamá, papá, voy a votar al partido que se adecue con mi ideología, quizá sean ellos, pero mientras tanto, quiero investigar por mi propia cuenta"
"Claro, son los que votan todo el mundo, por algo será".
Para mi parecer, la respuesta que se apropia más de mi entendimiento es la primera, por el hecho de que siempre hay que informarse de todo para poder forjar juicio. La segunda respuesta escapa de mi entendimiento, ya que se usa el tipo de falacia Ad Populum (apelación a la popularidad de una reclamación como una razón para aceptarla), este recurso es utilizado para quebrantar nuestra inseguridad, puede hacernos sentir culpables si nos oponemos a la mayoría.
- busquemos el cambio: "creo que España por este camino no está llegando a ninguna parte, salimos todos malheridos, no es el camino correcto, vamos a intentar redirigirnos".
Este tipo de votantes son los que se percatan de que España no va bien, y que a nosotros como colectivo, los jóvenes no debemos de formar nuestro futuro mediante recortes en casi todos los ámbitos (por no decir todos), usando nuestra economía para rescatar bancos, la LOMCE, los impuestos de IVA en el ámbito cultural y otros etc que conforman los "peros" del PP. No me quiero enrollar en todo el daño que ha hecho este partido porque la entrada sería demasiado extensa.
Y no lo sé, pero, mediante estos hechos se me pone en la mente varias teorías, pero resurge una en mí. Los jóvenes que votan a la derecha no son conscientes de que ningún partido político, (por no mentir) lucha por el futuro de este colectivo. Nos coartan en todos los ámbitos, nos cortan las alas porque "somos la generación perdida", y, lo único que hacen los que están en el poder es perdernos, no les interesa buscarnos, ellos están muy bien en Panamá tomando el sol, sus billetes tampoco se quejan almacenados en las tarjetas Black. En fin, pienso que los jóvenes que votan la derecha ya sea PP, o Ciudadanos (sí, señores, porque Ciudadanos es un partido de derechas y no de centro) es porque no les afecta directamente las consecuencias que conlleva los actos del congreso y sus nuevas estúpidas leyes, porque viven en una economía estable en la cual se pueden permitir pagar sus universidades, y su derecho a la educación. Creo que son aquellos que no están preocupados en su futuro buscando trabajo porque de momento no necesitan ese dinero para subsistir, y de momento no se han percatado de la tasa de desempleo que contiene España, sobreviven del bolsillo de quienes les mantienen. O, que si votan a estos partidos es porque no son conscientes de las repercusiones reales que tienen en nuestra sociedad.
Mientras tanto: "estúpidos políticos, no hacen su trabajo bien".
Votantes de media edad: creo que todos estos ya deberían saber por qué votar a cada partido.
Votantes ancianos: la mayoría de ancianos han votado a la derecha porque:
1. Los primeros sobres que han llegado a casas de los ciudadanos han sido los del PP y PSOE. Teniendo en cuenta que una persona anciana no se puede mover mucho, se limitan a votar a los sobres que les han llegado. Los sobres de unidos podemos y ciudadanos llegaron como cuatro día antes de las elecciones.
2. Se limitan a votar a lo que conocen. Estoy segura de que la mayoría ni se han leído los programas electorales de los partidos y simplemente han votado al partido que más les suena.
3. La mierda de corrupción electoral que hay en los asilos.
Después de todo esto, ¿todo es culpa de los políticos? Como anteriormente he dicho, no. La corrupción nos cuesta 2.000€ a cada persona al año. Esto no es culpa de los políticos. Esto ya es culpa del pueblo, quienes somos los únicos de cambiar el panorama general del país, pero, tenemos miedo. Miedo de salir de nuestra zona de confort, acostumbrados a corrupción, a recortes, a tramas, a papeles, tenemos miedo de salir de aquí por miedo a que suceda algo peor, y, dime, querido español, ¿qué más mal podría hacer un nuevo gobierno? El problema es que los votantes de la derecha no están dispuestos a consentir que nuevas fuerzas políticas que no han llegado al gobierno jamás, se impongan ante ellos, es el claro ejemplo de Unidos Podemos, argumentando que sería la ruina de España "son todos unos republicanos, comunistas, ¿queréis que España se vaya a la mierda? Votadles". En fin, al igual que yo, ellos no saben lo que ocurriría en un futuro si fueran ellos, si fuera Pablo Iglesias quien fuera presidente del gobierno. No pueden hablar sin recurrir a pruebas previas.
La culpa del panorama español la tenemos nosotros. Simplemente.
La crisis va más allá de nuestra economía, es crisis de conciencia.
Tenemos potencial, pero hemos convertido de esto un país mediocre.
Pensad, por favor. No sigáis al rebaño porque haya más gente por miedo a quedaros solos, a veces es mejor estar solo que mal acompañado.
Para finalizar, aclarar de que toda la información que conozco sobre política creo que es limitada, pero tengo sentido común. No pretendo cambiar el mundo, pero cada persona es un mundo. Si puedo transmitir algo a la gente, me doy por satisfecha.
Podéis comentar todo lo que queráis, las críticas constructivas son siempre bien recibidas.
- busquemos el cambio: "creo que España por este camino no está llegando a ninguna parte, salimos todos malheridos, no es el camino correcto, vamos a intentar redirigirnos".
Este tipo de votantes son los que se percatan de que España no va bien, y que a nosotros como colectivo, los jóvenes no debemos de formar nuestro futuro mediante recortes en casi todos los ámbitos (por no decir todos), usando nuestra economía para rescatar bancos, la LOMCE, los impuestos de IVA en el ámbito cultural y otros etc que conforman los "peros" del PP. No me quiero enrollar en todo el daño que ha hecho este partido porque la entrada sería demasiado extensa.
Y no lo sé, pero, mediante estos hechos se me pone en la mente varias teorías, pero resurge una en mí. Los jóvenes que votan a la derecha no son conscientes de que ningún partido político, (por no mentir) lucha por el futuro de este colectivo. Nos coartan en todos los ámbitos, nos cortan las alas porque "somos la generación perdida", y, lo único que hacen los que están en el poder es perdernos, no les interesa buscarnos, ellos están muy bien en Panamá tomando el sol, sus billetes tampoco se quejan almacenados en las tarjetas Black. En fin, pienso que los jóvenes que votan la derecha ya sea PP, o Ciudadanos (sí, señores, porque Ciudadanos es un partido de derechas y no de centro) es porque no les afecta directamente las consecuencias que conlleva los actos del congreso y sus nuevas estúpidas leyes, porque viven en una economía estable en la cual se pueden permitir pagar sus universidades, y su derecho a la educación. Creo que son aquellos que no están preocupados en su futuro buscando trabajo porque de momento no necesitan ese dinero para subsistir, y de momento no se han percatado de la tasa de desempleo que contiene España, sobreviven del bolsillo de quienes les mantienen. O, que si votan a estos partidos es porque no son conscientes de las repercusiones reales que tienen en nuestra sociedad.
Mientras tanto: "estúpidos políticos, no hacen su trabajo bien".
Votantes de media edad: creo que todos estos ya deberían saber por qué votar a cada partido.
Votantes ancianos: la mayoría de ancianos han votado a la derecha porque:
1. Los primeros sobres que han llegado a casas de los ciudadanos han sido los del PP y PSOE. Teniendo en cuenta que una persona anciana no se puede mover mucho, se limitan a votar a los sobres que les han llegado. Los sobres de unidos podemos y ciudadanos llegaron como cuatro día antes de las elecciones.
2. Se limitan a votar a lo que conocen. Estoy segura de que la mayoría ni se han leído los programas electorales de los partidos y simplemente han votado al partido que más les suena.
3. La mierda de corrupción electoral que hay en los asilos.
Después de todo esto, ¿todo es culpa de los políticos? Como anteriormente he dicho, no. La corrupción nos cuesta 2.000€ a cada persona al año. Esto no es culpa de los políticos. Esto ya es culpa del pueblo, quienes somos los únicos de cambiar el panorama general del país, pero, tenemos miedo. Miedo de salir de nuestra zona de confort, acostumbrados a corrupción, a recortes, a tramas, a papeles, tenemos miedo de salir de aquí por miedo a que suceda algo peor, y, dime, querido español, ¿qué más mal podría hacer un nuevo gobierno? El problema es que los votantes de la derecha no están dispuestos a consentir que nuevas fuerzas políticas que no han llegado al gobierno jamás, se impongan ante ellos, es el claro ejemplo de Unidos Podemos, argumentando que sería la ruina de España "son todos unos republicanos, comunistas, ¿queréis que España se vaya a la mierda? Votadles". En fin, al igual que yo, ellos no saben lo que ocurriría en un futuro si fueran ellos, si fuera Pablo Iglesias quien fuera presidente del gobierno. No pueden hablar sin recurrir a pruebas previas.
La culpa del panorama español la tenemos nosotros. Simplemente.
La crisis va más allá de nuestra economía, es crisis de conciencia.
Tenemos potencial, pero hemos convertido de esto un país mediocre.
Pensad, por favor. No sigáis al rebaño porque haya más gente por miedo a quedaros solos, a veces es mejor estar solo que mal acompañado.
Para finalizar, aclarar de que toda la información que conozco sobre política creo que es limitada, pero tengo sentido común. No pretendo cambiar el mundo, pero cada persona es un mundo. Si puedo transmitir algo a la gente, me doy por satisfecha.
Podéis comentar todo lo que queráis, las críticas constructivas son siempre bien recibidas.
domingo, 29 de mayo de 2016
¿Estar solo o acompañado?
La música es el idioma universal por excelencia, todo el mundo lo conoce, todo el mundo habla con él, de él, pero pocos llegan a conocer intrínsecamente este arte, ya sea, comenzando por lo más superficial, tocando un instrumento, o, adentrándonos mucho más, analizando la música que estamos emitiendo.
Bien. Mis nueve años tocando varios instrumentos, aumentando el grado de dificultad de análisis musical durante estos años me han hecho darme cuenta de que esta capacidad se oculta detrás del escenario si padecemos miedo escénico. Pero el tema de hoy no tratará del miedo escénico.
¿Se escucha, se disfruta, se siente igual la música en tu casa que posado en un escenario?
No. Por supuesto que no.
Actualmente soy capaz de tocar tres instrumentos, desenvolverme en ellos, pero hoy voy a descartar dos instrumentos, los cuales son los que empecé más tardíamente. Vengo a hablar como guitarrista.
El escenario es un cúmulo de sorpresas en el que tú no puedes resolver ninguna situación que se desborde de tus manos, ejemplo:
- Que la acústica no esté hecha para guitarristas clásicos, ya que carece hasta de micrófono.
Sólo te queda adecuarte a la situación y romperte las uñas para que todo el auditorio logre escucharte.
No obstante, estas situaciones no tienen la misma importancia si estás tú solo sentado en una silla con tu atril sujetando las partituras, un público que no despega su mirada de tu rostro... que si te hallas con la orquesta en la que llevas tocando ya varios años, donde tú (a no ser que seas solista) no eres el foco de atención.
Entonces llegas a la conclusión... ¿es mejor tocar solo, o tocar en conjunto?
Analicemos el primer caso: estás solo delante de muchas personas que no apartan la mirada de ti, tú eres el centro de atención.
1. Tienes miedo escénico.
Te van a sudar las manos (seguro, segurísimo). Vas a sentirte incapaz. Tu inseguridad no te dejará salir al escenario sin partitura. Intentas respirar. Te olvidas de hacerlo. Hasta olvidas si recuerdas la partitura estudiada durante meses. Fallas una nota (era de esperar, no estás creyendo en ti mismo), tu nerviosismo crece. Lo pasas mal, deseas terminar la obra. "Seguro que piensan que soy un horror" pensarás mientras estás tocando una fuga compleja de Bach. Finalizas, la gente te aplaude. Piensan que eres genial. A la gente de confianza le dirás: "Dios, qué jodido desastre, estaba súper nervioso/a, ha sido un horror".
2. No tienes miedo escénico.
Quizá al tocar la incertidumbre de la nueva superficie en la que tienes que tocar puedas sentir nervios al principio de la interpretación. Quieres disfrutar el nuevo lugar que se te ofrece. No sabes si tocar con partitura o sin, pero te arriesgas, a la mierda la partitura. Respiras, te llenas de oxígeno y todo sale. Alguna nota fallida, pero da igual, no tiene importancia mientras que tus caras no expresen que te has equivocado. La increíble fuga no se escapa de tus manos. Finalizas, la gente te aplaude. Piensan que eres genial. A la gente le agradecerás ese pensamiento.
Lo peor que te puede ocurrir si tocas solo es equivocarte en varias notas consecutivas, en pasajes completos, que se te vaya la pinza y olvides lo que estás tocando durante meses. Si son pocas notas, no pasa nada, mientras que tus caras no lo exterioricen. Si son pasajes, siempre puedes improvisar algo (quizá quede hasta bien), si es el resto de la obra... no pasa nada, pide disculpas y vuelve a comenzar, la gente lo comprenderá y obtendrás todo su apoyo moral.
Lo mejor de tocar solo es que no tienes que estar pendiente de nadie. Si te equivocas en varias notas no es percatable, prácticamente. Mientras que, si tocas con otra persona, el horror se hará más visible porque comienzan las disonancias (suena mal, vaya), a no ser que estés tocando una obra contemporánea... en fin, esa ya es otra historia. Puedes equivocarte de tiempo, entrar cuando te dé la gana que no importará.
3. En una orquesta (teniendo en cuenta que llevas dos años mínimo tocando).
Estás rodeado de compañeros en el escenario. Te sientes más confiado. Si te equivocas no se nota a penas puesto que hay muchas más personas haciendo tu mismo papel. Puedes estar nervioso, no disfrutar, pero no se tendrá en cuenta a penas tu protagonismo y siempre te dirán tus padres que lo has hecho genial, que has sido el mejor de tu orquesta (aun sin haberte escuchado).
El problema de la orquesta es el número de integrantes de ésta. Cuando las sillas están muy pegadas, si eres cellista, vuestros arcos posiblemente chocarán y tú estarás más pendiente de eso que de seguir al director, y como consecuencia, puede ocurrir que no veas cuando te da la entrada para entrar a tiempo y entres un compás antes. Ahí si que se notará el gran fallo.
En fin. El escenario es increíble cuando aprendes a disfrutar del miedo. Yo, personalmente, todavía no he logrado conseguirlo por solitario cuando tengo un instrumento entre mis brazos y un publico que me está observando, pero, lo intento. Eso sí, he mejorado bastante y tocar sola no me abruma tanto como hace un par de años, pero aún así no lo disfruto. La cosa cambia cuando estoy con un compañero, haciendo un dueto. Me lo paso pipa. La orquesta ya es la hostia. Sentir como la vibración de las cuerdas retumbando en mi tímpano me encanta. Me llena. La concentración empleada para contar compases para ver donde entras, es lo mejor. Me lo paso genial sobre el escenario con muchas personas más que conmigo sola.
Y, entonces, ¿qué es mejor, tocar solos o acompañados?
No lo sé, ¿qué opinas tú?
Bien. Mis nueve años tocando varios instrumentos, aumentando el grado de dificultad de análisis musical durante estos años me han hecho darme cuenta de que esta capacidad se oculta detrás del escenario si padecemos miedo escénico. Pero el tema de hoy no tratará del miedo escénico.
¿Se escucha, se disfruta, se siente igual la música en tu casa que posado en un escenario?
No. Por supuesto que no.
Actualmente soy capaz de tocar tres instrumentos, desenvolverme en ellos, pero hoy voy a descartar dos instrumentos, los cuales son los que empecé más tardíamente. Vengo a hablar como guitarrista.
El escenario es un cúmulo de sorpresas en el que tú no puedes resolver ninguna situación que se desborde de tus manos, ejemplo:
- Que la acústica no esté hecha para guitarristas clásicos, ya que carece hasta de micrófono.
Sólo te queda adecuarte a la situación y romperte las uñas para que todo el auditorio logre escucharte.
No obstante, estas situaciones no tienen la misma importancia si estás tú solo sentado en una silla con tu atril sujetando las partituras, un público que no despega su mirada de tu rostro... que si te hallas con la orquesta en la que llevas tocando ya varios años, donde tú (a no ser que seas solista) no eres el foco de atención.
Entonces llegas a la conclusión... ¿es mejor tocar solo, o tocar en conjunto?
Analicemos el primer caso: estás solo delante de muchas personas que no apartan la mirada de ti, tú eres el centro de atención.
1. Tienes miedo escénico.
Te van a sudar las manos (seguro, segurísimo). Vas a sentirte incapaz. Tu inseguridad no te dejará salir al escenario sin partitura. Intentas respirar. Te olvidas de hacerlo. Hasta olvidas si recuerdas la partitura estudiada durante meses. Fallas una nota (era de esperar, no estás creyendo en ti mismo), tu nerviosismo crece. Lo pasas mal, deseas terminar la obra. "Seguro que piensan que soy un horror" pensarás mientras estás tocando una fuga compleja de Bach. Finalizas, la gente te aplaude. Piensan que eres genial. A la gente de confianza le dirás: "Dios, qué jodido desastre, estaba súper nervioso/a, ha sido un horror".
2. No tienes miedo escénico.
Quizá al tocar la incertidumbre de la nueva superficie en la que tienes que tocar puedas sentir nervios al principio de la interpretación. Quieres disfrutar el nuevo lugar que se te ofrece. No sabes si tocar con partitura o sin, pero te arriesgas, a la mierda la partitura. Respiras, te llenas de oxígeno y todo sale. Alguna nota fallida, pero da igual, no tiene importancia mientras que tus caras no expresen que te has equivocado. La increíble fuga no se escapa de tus manos. Finalizas, la gente te aplaude. Piensan que eres genial. A la gente le agradecerás ese pensamiento.
Lo peor que te puede ocurrir si tocas solo es equivocarte en varias notas consecutivas, en pasajes completos, que se te vaya la pinza y olvides lo que estás tocando durante meses. Si son pocas notas, no pasa nada, mientras que tus caras no lo exterioricen. Si son pasajes, siempre puedes improvisar algo (quizá quede hasta bien), si es el resto de la obra... no pasa nada, pide disculpas y vuelve a comenzar, la gente lo comprenderá y obtendrás todo su apoyo moral.
Lo mejor de tocar solo es que no tienes que estar pendiente de nadie. Si te equivocas en varias notas no es percatable, prácticamente. Mientras que, si tocas con otra persona, el horror se hará más visible porque comienzan las disonancias (suena mal, vaya), a no ser que estés tocando una obra contemporánea... en fin, esa ya es otra historia. Puedes equivocarte de tiempo, entrar cuando te dé la gana que no importará.
3. En una orquesta (teniendo en cuenta que llevas dos años mínimo tocando).
Estás rodeado de compañeros en el escenario. Te sientes más confiado. Si te equivocas no se nota a penas puesto que hay muchas más personas haciendo tu mismo papel. Puedes estar nervioso, no disfrutar, pero no se tendrá en cuenta a penas tu protagonismo y siempre te dirán tus padres que lo has hecho genial, que has sido el mejor de tu orquesta (aun sin haberte escuchado).
El problema de la orquesta es el número de integrantes de ésta. Cuando las sillas están muy pegadas, si eres cellista, vuestros arcos posiblemente chocarán y tú estarás más pendiente de eso que de seguir al director, y como consecuencia, puede ocurrir que no veas cuando te da la entrada para entrar a tiempo y entres un compás antes. Ahí si que se notará el gran fallo.
En fin. El escenario es increíble cuando aprendes a disfrutar del miedo. Yo, personalmente, todavía no he logrado conseguirlo por solitario cuando tengo un instrumento entre mis brazos y un publico que me está observando, pero, lo intento. Eso sí, he mejorado bastante y tocar sola no me abruma tanto como hace un par de años, pero aún así no lo disfruto. La cosa cambia cuando estoy con un compañero, haciendo un dueto. Me lo paso pipa. La orquesta ya es la hostia. Sentir como la vibración de las cuerdas retumbando en mi tímpano me encanta. Me llena. La concentración empleada para contar compases para ver donde entras, es lo mejor. Me lo paso genial sobre el escenario con muchas personas más que conmigo sola.
Y, entonces, ¿qué es mejor, tocar solos o acompañados?
No lo sé, ¿qué opinas tú?
miércoles, 13 de abril de 2016
Pequeña lección de psicología: racionalidad, irracionalidad.
Todo estímulo es analizado por nuestro cuerpo, procesado y finalmente integrado en nuestro sistema nervioso, así pues, nosotros desencadenamos nuestra reacción según a qué estímulo nos referimos. Nuestra respuesta variará depende de nuestra composición genética (más bien temperamento), la fuerza que tengan los agentes de socialización (familia, escuela, grupo de "iguales", medios de comunicación...), que, finalmente, llevarán al desarrollado conocimiento, y el conjunto en sí formará la provocación de la respuesta.
Bien, pues, digamos que el conjunto de unos numerosos estímulos crean una situación, y tú, dotado de un buen sistema nervioso, desatarás una respuesta, ya sea pasiva o activa.
PENSAR EN MATICES DE GRISES O COLORES: En lugar de pensar en los problemas de la forma blanco o negro, todo o nada, intenta pensar en matices. Cuando aparecen pensamientos como no hago nada bien o nunca acierto en nada o soy un fracasado y siempre fracasaré, me puedo preguntar, ¿Qué es exactamente lo que no he hecho como quería? ¿En qué sí he acertado? ¿Qué porcentaje de éxito o fracaso asumo?
EL MÉTODO DE LA ENCUESTA: ¿Todo el mundo menos yo está tranquilo cuando habla en público? ¿Nadie menos yo siente vergüenza en las reuniones sociales? ¿Sólo yo me angustio cuando me sale una mancha en la piel? ¿Soy la única persona que a veces se desanima y no le apetece hacer nada? Preguntando a otras personas te darás cuenta de que no estás solo/a en el mundo con esas dificultades.
ANÁLISIS DE COSTE Y BENEFICIO: Consiste en enumerar las ventajas y las desventajas de hacer caso de un determinado pensamiento o dejarse llevar por una determinada emoción. ¿En qué me ayuda y en qué me perjudica pensar o sentir de una determinada manera?. Por ejemplo pensamiento del tipo "Debo ser perfecto/a" "Siempre me equivoco por mucho que me esfuerce".
La irracionalidad es completamente necesaria en la vida pero, es autodestructora. Saber compensar tus instintos irracionales con lo que puedas de tu racionalidad, te garantizará más estabilidad emocional.
Irracionalidad como instinto, racionalidad como supervivencia.
Bien, pues, digamos que el conjunto de unos numerosos estímulos crean una situación, y tú, dotado de un buen sistema nervioso, desatarás una respuesta, ya sea pasiva o activa.
El ser humano, por lo general, tiende a actuar de manera irracional cuando no está acostumbrado a tratar con una situación que nunca se le ha presentado al largo de su vida. Por ejemplo: suspender un examen por primera vez. Los argumentos que rellenan esta situación son tales como: "soy un fracaso", "no sirvo para esta asignatura", "mis padres me van a matar", "soy la decepción de la clase", y mientras tanto, esos enunciados te sirven de nudo para atarlos a tu garganta... el llamado "nudo en la garganta". Quizá todos aquellos adultos lectores pretenciosos piensen que, esta situación al lado de hipotecas y embolados que entran dentro del mundo adulto sea una situación que no merezca ni la más mínima atención, y que no tiene importancia. Presos del alzheimer sentimental, recordad el miedo posado entre las correcciones del profesor y la nota en el margen derecho de la hoja cuya puntuación era menor a 5 puntos y tu primera sensación, tu primera agonía al respecto. Aclarado esto, quiero decir que por favor, no infravaloréis lo que sienta el resto por el hecho de que tu subconsciente piense que es una situación fácil de resolver, no infravaloréis porque esa situación no la estás pasando tú. Toda situación concreta para cualquier persona tiene importancia y nadie en su sano juicio puede dictarle lo contrario, simplemente ayudarle a restar la importancia de la cual puede carecer. Se puede ayudar a controlar las situaciones, no a negar su importancia.
Retomando la ejemplificación expuesta anteriormente, aquel alumno que lleve varios exámenes suspensos y su reacción sea el conocido "pasotismo" será a causa del conocimiento de las consecuencias que conlleva la suspensión y llevarlo al terreno racional, con ello, la pregunta "¿qué es lo peor que podría pasar?" se implanta aquí (sé que no he puesto el mejor ejemplo, pero, imaginemos que esta persona suspende numerosas veces pero a pesar de todo acaba sacándose el curso y llegando a la carrera deseada), el racionalismo viene por sí sólo. Lo peor que puede pasar, en este caso, es nada. No eres un inútil por tus notas, los exámenes no reflejan tu capacidad intelectual, olvídate de autodenominarte "fracasado, inútil".
La irracionalidad en nuestras situaciones diarias se expresa como el deseo inconsciente de llevarlo todo al extremo y sentir todo con una excesiva carga en nuestros hombros que con esta visión es imposible de desprender. La irracionalidad nos lleva al terreno de lo sentimental, sin esta rama, seríamos piedras libres de emociones, libres de vida, ahora bien... la irracionalidad, como su nombre bien indica, es irracional, a menudo, irreal.
Antes de actuar ante una situación la primera presentación del sentimiento se presentará canalizándola irracionalmente, y es bueno y necesario, así sentimos las cosas, sabemos que seguimos sintiendo, pero a veces las generalizamos demasiado llevándolas al extremo sintiendo demasiado, demasiado duro atentando contra ti mismo. En ese mismo momento, la irracionalidad ha pasado a llevar la situación y no tú. Por favor, sé consciente de que todo mayormente tiene solución, que la mayoría de mensajes autoenviados no tienen argumentos donde sostenerse, que no son reales, por favor, dale paso a la racionalidad.
Creo que estos son algunas de las formas que ayudarán a racionalizar más el pensamiento irracional:
COMPROBAR LOS HECHOS: ¿Es cierto lo que estoy pensando?, ¿realmente no sirvo para nada, o nunca hago ni haré las cosas bien? o, ¿es la otra persona la que nunca me comprende? No es difícil darnos cuenta de la falsedad de estas afirmaciones y de dónde nos lleva...
EL MÉTODO DE LA DOBLE EXIGENCIA: A veces nos hablamos de forma humillante, inflexible o condenatoria y si una persona amiga nos habla de sus dificultades y problemas intentamos escucharla, comprenderla y animarla. Esta técnica nos invita a hablarnos con el mismo sentido humanitario con el que tratamos a personas cercanas, en lugar de rebajarnos. ¿Qué le dirías a un amigo/a que estuviera en una situación parecida?PENSAR EN MATICES DE GRISES O COLORES: En lugar de pensar en los problemas de la forma blanco o negro, todo o nada, intenta pensar en matices. Cuando aparecen pensamientos como no hago nada bien o nunca acierto en nada o soy un fracasado y siempre fracasaré, me puedo preguntar, ¿Qué es exactamente lo que no he hecho como quería? ¿En qué sí he acertado? ¿Qué porcentaje de éxito o fracaso asumo?
EL MÉTODO DE LA ENCUESTA: ¿Todo el mundo menos yo está tranquilo cuando habla en público? ¿Nadie menos yo siente vergüenza en las reuniones sociales? ¿Sólo yo me angustio cuando me sale una mancha en la piel? ¿Soy la única persona que a veces se desanima y no le apetece hacer nada? Preguntando a otras personas te darás cuenta de que no estás solo/a en el mundo con esas dificultades.
ANÁLISIS DE COSTE Y BENEFICIO: Consiste en enumerar las ventajas y las desventajas de hacer caso de un determinado pensamiento o dejarse llevar por una determinada emoción. ¿En qué me ayuda y en qué me perjudica pensar o sentir de una determinada manera?. Por ejemplo pensamiento del tipo "Debo ser perfecto/a" "Siempre me equivoco por mucho que me esfuerce".
La irracionalidad es completamente necesaria en la vida pero, es autodestructora. Saber compensar tus instintos irracionales con lo que puedas de tu racionalidad, te garantizará más estabilidad emocional.
Irracionalidad como instinto, racionalidad como supervivencia.
jueves, 31 de marzo de 2016
La maldición del oído absoluto/relativo
Todos aquellos que no tengan especial relación con la música (quiero decir con mayor grado de conocimiento sobre términos musicales) desconocerán la existencia del oído absoluto, bien. El oído absoluto se define como aquella habilidad tal que poseen algunas personas de identificar cualquier nota que se toque en un instrumento musical simplemente con oírla, capacidad de identificar la frecuencia de un estímulo auditivo aislado sin la ayuda de un estímulo auditivo referencial.
Algunos se preguntarán, ¿pero es qué no todos los músicos poseen esta cualidad? No necesariamente, es más, la prevalencia estimada de este "don" es de 1 sujeto por cada 10.000 personas. No obstante, el oído "absoluto" no es tan absoluto (por eso también recibe el nombre de relativo), esta virtud se ve asociada, como anteriormente he explicado al hallazgo de una nota concreta (no es más que una frecuencia valorada con nombre), la frecuencia establecida a día de hoy es de 440 Hz, frecuencia reconocida como nota "La", a partir de esta, los nombres de las siguientes y anteriores se van imponiendo. Por esta mismo motivo, una persona que no acierte la nota estimada a 440 Hz no quiere decir que tenga menos razón. Quizá su oído esté dirigido hacia otra frecuencia.
Ya aclarada esta relatividad, pasemos al tema central. ¿Que para qué te sirve tener oído absoluto en la vida cotidiana? Para absolutamente nada. Pero es guay. El oído absoluto es una de las habilidades más preciadas para los músicos, facilita muchos aspectos, comenzando por la resolución de dictados musicales (al menos melódicos), pasando por lo ameno que resulta la composición, comer en un restaurante con música de fondo agradable, sacar las notas y recrearlas en tu casa, ir a un concierto y saber la tonalidad de la obra y, por último, careciendo de portar afinador en mano, ya que tú te conviertes en tu propio afinador... pero, ¡espera! Cuando tus compañeros musicalizados se enteren de tu habilidad, ¡no te dejarán en paz! Todo lo que anteriormente parecían ventajas se vuelven en tu contra para que ellos se lucren de tu don.
- Eh, dame un La, que quiero afinar...
- ...
- Ayy, dime las notas de esta canción que es muy chula!
- ...
Pero ni de lejos esto es algo que agobie, o a mí por lo menos, de alguna manera u otra me hace sentir valorada. Para dejarles anonadados, sólo hay que decir en que nota pita el claxon de un automóvil, o, cuando soplamos una botella medio vacía, o vacía, decir también su frecuencia y notar la envidia posada en sus miradas... está muy bien, pero como ya he dicho anteriormente, no sirve para nada en tu día a día.
Pero, ¿qué ocurre cuando te centras de más en esto? ¿cuándo tu oído se centra en buscar sólo notas y no sonidos? Aquí empieza, lo que para mí sería esta maldición.
Mi experiencia personal empezó cuando, al primer año que empecé con violonchelo, todos los estímulos se volcaban en mi oído. Los cláxones dejaron de hacer ruido y comenzaron a soltar notas, el aceleramiento de una moto también, al igual que los pájaros ya no cantaban, sólo emitían frecuencias. Mis pisadas ya no eran visibles por la vista, sólo por el oído, afirmando que en tal superficie, su nota correspondiente era un fa#. Pero eso no era lo peor de todo. Lo peor de todo era cuando las personas me hablaban y no podía concentrarme en las palabras porque dejaron de tener un sentido. Sólo sentía melodías aisladas de cualquier vocablo. De verdad, si quería concentrarme, tenía que prestar mucha atención, e incluso pedir una reiteración de la frase dicha. Ya no entendía las palabras, y me exigía a mi misma que esto acabara. Al caer la noche, el silencio tenía hasta sonoridad, y, cualquier estruendo resonaba como un forte tocado con arco por un gran contrabajo. El sueño se fugaba de mi mente como cualquier fuga de Bach. No podía entender algo si no era mediante frecuencias. Hasta que paró. Porque yo quise parar.
A día de hoy me sigue ocurriendo, pero en menor grado y menos días. Pero sigue siendo horrible. Este horror se compensa por los días en los que mi oído decide no funcionar y mandar muy lejos cualquier tipo de frecuencia. Porque días malos también los tenemos todos.
En fin, esta cualidad sirve para asombrar a tus compañeros y para odiarte a ti mismo si está demasiado desarrollado. Y también como afinador.
*quiero aclarar algo, no quiero sonar pedante, ni mucho menos. Sólo quería exponer mi experiencia personal hacia este tipo de cualidad. Ah, y existen también muchos tipos de oído absoluto. Pero, si os interesa este tema, informaos vosotros mismos, es interesante: tipos de oído absoluto.
Algunos se preguntarán, ¿pero es qué no todos los músicos poseen esta cualidad? No necesariamente, es más, la prevalencia estimada de este "don" es de 1 sujeto por cada 10.000 personas. No obstante, el oído "absoluto" no es tan absoluto (por eso también recibe el nombre de relativo), esta virtud se ve asociada, como anteriormente he explicado al hallazgo de una nota concreta (no es más que una frecuencia valorada con nombre), la frecuencia establecida a día de hoy es de 440 Hz, frecuencia reconocida como nota "La", a partir de esta, los nombres de las siguientes y anteriores se van imponiendo. Por esta mismo motivo, una persona que no acierte la nota estimada a 440 Hz no quiere decir que tenga menos razón. Quizá su oído esté dirigido hacia otra frecuencia.
Ya aclarada esta relatividad, pasemos al tema central. ¿Que para qué te sirve tener oído absoluto en la vida cotidiana? Para absolutamente nada. Pero es guay. El oído absoluto es una de las habilidades más preciadas para los músicos, facilita muchos aspectos, comenzando por la resolución de dictados musicales (al menos melódicos), pasando por lo ameno que resulta la composición, comer en un restaurante con música de fondo agradable, sacar las notas y recrearlas en tu casa, ir a un concierto y saber la tonalidad de la obra y, por último, careciendo de portar afinador en mano, ya que tú te conviertes en tu propio afinador... pero, ¡espera! Cuando tus compañeros musicalizados se enteren de tu habilidad, ¡no te dejarán en paz! Todo lo que anteriormente parecían ventajas se vuelven en tu contra para que ellos se lucren de tu don.
- Eh, dame un La, que quiero afinar...
- ...
- Ayy, dime las notas de esta canción que es muy chula!
- ...
Pero ni de lejos esto es algo que agobie, o a mí por lo menos, de alguna manera u otra me hace sentir valorada. Para dejarles anonadados, sólo hay que decir en que nota pita el claxon de un automóvil, o, cuando soplamos una botella medio vacía, o vacía, decir también su frecuencia y notar la envidia posada en sus miradas... está muy bien, pero como ya he dicho anteriormente, no sirve para nada en tu día a día.
Pero, ¿qué ocurre cuando te centras de más en esto? ¿cuándo tu oído se centra en buscar sólo notas y no sonidos? Aquí empieza, lo que para mí sería esta maldición.
Mi experiencia personal empezó cuando, al primer año que empecé con violonchelo, todos los estímulos se volcaban en mi oído. Los cláxones dejaron de hacer ruido y comenzaron a soltar notas, el aceleramiento de una moto también, al igual que los pájaros ya no cantaban, sólo emitían frecuencias. Mis pisadas ya no eran visibles por la vista, sólo por el oído, afirmando que en tal superficie, su nota correspondiente era un fa#. Pero eso no era lo peor de todo. Lo peor de todo era cuando las personas me hablaban y no podía concentrarme en las palabras porque dejaron de tener un sentido. Sólo sentía melodías aisladas de cualquier vocablo. De verdad, si quería concentrarme, tenía que prestar mucha atención, e incluso pedir una reiteración de la frase dicha. Ya no entendía las palabras, y me exigía a mi misma que esto acabara. Al caer la noche, el silencio tenía hasta sonoridad, y, cualquier estruendo resonaba como un forte tocado con arco por un gran contrabajo. El sueño se fugaba de mi mente como cualquier fuga de Bach. No podía entender algo si no era mediante frecuencias. Hasta que paró. Porque yo quise parar.
A día de hoy me sigue ocurriendo, pero en menor grado y menos días. Pero sigue siendo horrible. Este horror se compensa por los días en los que mi oído decide no funcionar y mandar muy lejos cualquier tipo de frecuencia. Porque días malos también los tenemos todos.
En fin, esta cualidad sirve para asombrar a tus compañeros y para odiarte a ti mismo si está demasiado desarrollado. Y también como afinador.
*quiero aclarar algo, no quiero sonar pedante, ni mucho menos. Sólo quería exponer mi experiencia personal hacia este tipo de cualidad. Ah, y existen también muchos tipos de oído absoluto. Pero, si os interesa este tema, informaos vosotros mismos, es interesante: tipos de oído absoluto.
martes, 22 de marzo de 2016
Obligados a parecer felices.
-Pues... no lo sé.
-Ay, entonces sonríe, no te mereces estar mal y menos si no sabes por qué estás así.
Estoy segura de que esta situación se os ha presentado casi mensualmente (por no decir semanalmente) al largo de vuestros días, y de nuevo estoy segura de que una de vuestras posibles reacciones fuera: "es que, simplemente, me apetece estar triste, decaído/a por una horas, o un tiempo..."
Estamos sometidos a una sociedad que nos obliga a pensar que lo correcto es seguir la línea de la felicidad, felicidad idealizada por éstos.
Estar triste de vez en cuando NO está mal, está mal creer que tú estás mal por el simple hecho de dejarte arrastrar por esa tristeza. Si tu cuerpo se dirige por estímulos y ese es uno, ¿por qué omitirlo? Realmente el problema de este sentimiento es cuando se escapa de tus manos, de tu consciencia, y no puedes dejar de exteriorizarlo, te envuelve todo el cuerpo por semanas, meses, años, y el control se degrada ante tus ojos, pero, hasta todo esto, es completamente normal. Todo humano ha vivido una época en su vida de decadencia, sombras, que a la hora de contarlo, no se enorgullece nada de haber vivido esa transición; pero lo importante de este trance, es poder aprender de él y poder estar alerta para la próxima etapa: ahí, ya podrás dominar este sentimiento y podrás incluso disfrutarlo.
Y por este motivo no entiendo a la personas que afirman estar siempre felices, con orgullo alzan su voz recalcando que ese estado es el "mejor, el apropiado". Coaccionan a tu estado mental a sentirse inferior y hacerte creer que el tuyo el "peor, el inapropiado". Si bien estar feliz es una sensación extraordinaria que te ayuda a positivizar muchos aspectos de tu vida, la verdad es que no aprendes nada de ella, porque no hay ningún problema en estar feliz, y si lo hay, es como anteriormente: estar feliz siempre. Este estado de embriaguez es irritante si se consume mensualmente.
Si te sientes triste (tristeza controlada), sin causa aparente, sin tratamiento aparente, te tratan de animar y tú sientes que no quieres consejo, te aconsejo que le ignores. Cuestiona a esa persona el por qué deberías sentirte "feliz" por imposición y no por consentimiento. Quiero argumentar que la tristeza es un punto a favor para ti mismo, este sentimiento es el que, sinceramente, te ayudará a buscarte mentalmente, saber tus aptitudes, valorar tu inteligencia emocional y conocer como fortalecerla. Sin esta intensa emoción, ignoraríamos la existencia de la felicidad (si no hay contrariedad, si no hay negro, qué es el blanco... al igual, ¿qué hay sobre la felicidad?) [...]
1. Estado de grata satisfacción espiritual y física.
2. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz. Mi familia es mi felicidad.
3. Ausencia de inconvenientes o tropiezos.
Me parecen definiciones dignas de un buen diccionario, no obstante, discrepo. La causa mayor de mi escepticismo radica en que si paramos a unas diez personas por la calle y les preguntamos sobre el concepto de felicidad, recaudaremos diez definiciones distintas sobre este sustantivo. A continuación, la pregunta que me surge con esta breve conclusión es... ¿qué me intentas mostrar cuándo me dictas "sé feliz", cuándo me impones la felicidad? Si ni siquiera sabes de que trata, ni siquiera consigues trazarla mentalmente, su silueta está formada por distorsiones... ¿qué me intentas señalar? ¿Tu concepto de felicidad? ¿Tu concepto de felicidad capitalista? ¿La que nos venden en los anuncios?
Me niego.
Quiero sentir todo como venga, ser un río y que no hayan presas las cuales regulen y retengan mi caudal, quiero ser libre sentimentalmente, quiero ser humana y sentir.
Y sentir.
sábado, 19 de marzo de 2016
El dinosaurio todavía estaba allí.
Abrí mi libro de castellano por la página 17 y me topé con esta breve obra literaria, la cual hace despertar nuestra imaginación (al menos la de algunos).
Y ahora es vuestro turno, lectores. Quiero que en comentarios dejéis un breve cuento que justifique la frase del autor Augusto Monterroso y forméis vuestra pequeña historia.
¡A por ello!
pd: todos sois capaces de escribir. No os infravaloréis.

jueves, 17 de marzo de 2016
Criticando a la sociedad una vez más.
Antes de empezar, quiero decir que para nada soy ni machista, ni hembrista, solo pretendo defender los derechos de los hombres. Es verdad que últimamente, el tema de la mujer maltratada está siendo muy tratado y disputado, y yo, obviamente, contribuyo a ello. No obstante, el hombre tampoco está en posición privilegiada. Aquí, vengo a exponer lo que veo y cómo lo veo, defenderé también mi propio género, no contra la mujer, sino contra toda la sociedad. Y me refiero a sociedad como: "conjunto de leyes no escritas que dictan el comportamiento de un grupo de personas."
Nuestra sociedad es compleja, muy compleja, y como tal, es difícil adaptarse a ella a la perfección y pasar por ella sin que te vea. Para que lo entendáis, os pondré un ejemplo: es bastante común irse de fiesta un sábado con los amigos a discotecas, pub's o bares de ambiente. El problema es cuando eres menor y no te dejan pasar. Claro, a todos tus amigos les dejan entrar, es solo a ti al que no le dejan por ser/parecer menor. Entonces, ¿qué haces? ¿Te quedas fuera en la calle esperando a que tus amigos salgan? Ya te lo digo yo... ¡NO! Lo que haces es intentar aparentar ser mayor, ocultarte entre la gente, mostrar un perfil falso que no es el tuyo, solo para no llamar la atención del segurata de 2,10 metros que está en la puerta de la discoteca. Pues eso es la sociedad, un "ente abstracto" al que intentas engañar para que no te engulla.
Siempre digo que vivimos en una gran mentira. En mi opinión, la sociedad está formada por un grupo de gente que huye de la sociedad. Paradójico, ¿no crees? Si no me crees, ¿nunca has pensado algo que quieras hacer y no lo has hecho, pensando en lo que pudiera pensar la gente? Pues yo sí, no sé tú, pero yo muchas veces. Y me arrepiento continuamente de ello, pero soy humano, y como tal, vuelvo a tropezar una y otra vez en la misma maldita piedra. Es tan triste pensar en este tipo de opresión. El mundo sería mucho más sencillo. feliz y libre si todo el mundo hiciera lo que le saliese de sus genitales (obviamente sin perjudicar a cualquier otro miembro/animal/planta/planeta/muchas más cosas). Pero desgraciadamente no es así, y cambiarlo nos costaría un montón. No obstante, cada vez noto más mejoría. Es muy leve, y avanza lento, pero veo que la masa negra de la sociedad se hace cada vez más pequeña, siendo engullida por una luz liberal y pacifista. Qué aburrido sería el mundo si todo fuera igual, si no hubieran tres o cuatro personas que sobresaliesen entre los demás. Eso. se llama tener personalidad, y punto. No estoy diciendo que no te pongas unas "Convers", pero póntelas porque te gustan, no porque todos los jóvenes de tu ciudad las llevan.
Esto me recuerda a los típicos estereotipos que se le dan a los hombres, que realmente de eso quería hablar hoy. De las típicas frases de: los chicos no juegan con "barbies", los chicos no hacen ballet, los chicos no visten de rosa, los chicos no se maquillan o, el que más odio: los chicos no lloran. PERO VAMOS A VER, A QUÉ GILIPOLLAS SE LE OCURRIÓ DECIR ESO. QUIÉN FUE EL PRECURSOR DE ESTA IDIOTEZ. Lo siento, me he descontrolado. Pero es que hay que decirlo, joder. ¿En serio los chicos no lloramos? ¿No lloramos cuando nos queda alguna asignatura? ¿Cuando nos deja la novia/o? ¿Cuando vemos una película romántica o cuando nos hacen un regalo que nos ha sorprendido?
El estereotipo de "hombre viril" o "macho de verdad" muy contaminado. Si ser un hombre de verdad conlleva no poder llorar, emocionarte, bailar ballet o hacer lo que quieras con tu puto cuerpo, no sé qué puedo pensar de la fe humana. Es como la gente que se burla de los chicos que tienen "pluma". PERO VAMOS A VER (2), A TI QUÉ COÑO TE IMPORTA CÓMO PUTO HABLE O SE COMPORTE ESE CHAVAL. ¿HA ROBADO UN BANCO, HA MATADO A 100 CACHORRITOS, A VIOLADO A TU PADRE? NO, PUES SHUT UP. Ahora sí que me relajo ya.
Espero que esta crítica haya servido a alguien, aunque sea una persona. a darse cuenta de dónde vivimos. Y si tú, chico que me lees, quieres pintarte los labios, llevar tacones o jugar con "barbies", hazlo sin miedo ninguno, ya que el sexo solo determina unos genitales y unas variaciones de la anatomía humana independientes a tus gustos o tu manera de ser. Muchos se preguntan cómo conseguir la felicidad. En mi opinión, la felicidad se encuentra en ser tú mismo.
domingo, 21 de febrero de 2016
Mentiras de jarabe.
¿Recuerdas ese día que alzaste la mano por qué sabías qué quería decir Bécquer sobre esas oscuras golondrinas y tu profesor lo refutó argumentándote que tú no tenías razón? En tu interior, la incertidumbre fue ocupada por esa cortante humillación. En ese momento, según tu temperamento, decides optar entre:
“El estudio de la poesía -es decir, del arte verdadero- tiene que empezar por una intuición y terminar con una intuición.”
¿Estáis de acuerdo? ¿Discrepáis? Aportad vuestro comentario, me encantaría poder leerlos y poder compartir y nutrirme de nuevas opiniones. Como siempre, ¡gracias por leer!
- Ser orgulloso y pensar que algo de razón tienes
- Que tu profesor/a se equivoca (ligada a la primera reacción).
- Cederle la razón.
Y si por algún casual tu valor se posa ante tu brazo y logra alzarlo para preguntar: "¿por qué?" ese mismo profesor intentará comerte el tarro con su razón absoluta sobre el significado de ese poema, tal y como lo estudió en su prestigiosa universidad.
Bueno. Está claro que hay cosas que caen sobre su propio peso, digamos que esas son las objetivas (aunque todo lo objetivo acabe siendo preso de la subjetividad), las más visuales, en las que todos coincidimos. En medio de una descripción de una casa, por ejemplo:
— Las cortinas son rojas.
Ese pedante profesor puede añadir: "oh, son rojas por el sufrimiento que padece el autor, es simbólico", y tú pensar: "son sólo unas cortinas.". Quizá él tenga razón, pero yo apostaría a que no. A no ser que más posteriormente el autor se centre en esas estúpidas cortinas.
Volviendo al tema. Estoy cansada de esos profesores caciques que se centran en enseñar lo que sus sentidos les muestran, lo que sus maestros les impartieron. Estas personas jamás van a poder saber lo que realmente quería transmitir Cervantes con su gran ingenioso hidalgo de la Mancha, jamás podrán saber lo que el seudónimo de Fernando de Rojas quería ocultar, ni su Celestina mostrar. Porque jamás vais a poder entender una interpretación de cualquier autor fallecido sin antes poder preguntarle, y, me dan igual los indicios que hayan para poder justificar las teorías, porque, esas teorías se quedarán siempre en lo que son, teorías in-aprobadas.
El esplendor de mi hartura se encuentra en la poesía, la subjetividad, reina de este género. Todo mucho más impredecible, imposible entablar convenio sobre las interpretaciones. Romance Sonámbulo, ese tal "verde que te quiero verde" del maravilloso simbólico García Lorca al que la sociedad no supo valorar. Cuántas interpretaciones habré escuchado atentamente, y, muchas semejantes, muchas otras contradictorias, otras antónimas totalmente, y, ese profesor aún queriendo tener la razón absoluta e imponerla a la fuerza en tu mente, para que la tuya, llena de creatividad salga disparada atrofiándose contra el suelo, sin posibilidad de regeneración.
Os juro que existe una teoría donde habla sobre los 3 tipos de profesores, pero no puedo daros fuentes de información porque no encuentro nada sobre ello en internet, así que, como si de un dogma de fe se tratara, creedme. Existen 3 tipos de profesores relacionados con la interpretación:
- Los ignorantes sobre la diversidad de la interpretación.
- Los que lo saben pero aun así quieren defender lo indefendible.
- Y los que son conscientes de que las interpretaciones no son dignas de seguirlas como este dogma de fe, el cual confiáis que es riguroso, y permiten escuchar múltiples interpretaciones.
Sobre el segundo tipo, aquel cegado y plomo profesor, muy probable que sufra un problema de inferioridad queriendo impartir su enseñanza absolutista de manera empírica, matemáticamente para querer sentirse a la altura y que sus alumnos puedan sentirse igual que en su interior. Desde el más debido respeto, preguntarle siempre el por qué. Por qué tú, querido lector, no tienes algo de razón sobre tu interpretación y la suya es la más válida. Probablemente la conversación terminará en: "Vamos a ver, aquí quién es el licenciado", y tú frustrado, sin saber que responder, debes saber que un trozo de papel que demuestre que a sus 25 años sabía muchísima literatura, ha memorizado varios fragmentos de libros, ha desgastado muchísimos bolígrafos BIC que a consecuencia le otorgaron la licenciatura, no quiere decir que su punto de mira sea el más adecuado, y eso, hasta el mismo profesor lo tiene que saber. Pero, para esos profesores, pensativos de su superioridad, el factor azar ha actuado aquí. No tenemos culpa de estar ahora en pupitres, y vosotros alzados impartiendo clases 0 creativas, podríamos ser nosotros quienes estuviésemos escribiendo en la pizarra sintaxis para analizarla, y vosotros siendo los analíticos.
Dejad volar vuestra imaginación y que nadie, absolutamente nadie, os cuestione vuestro poder imaginativo dejando abierta la puerta de "pérdida de autoestima", todo lo que provenga de tu mente es válido artísticamente hablando, tenedlo en cuenta.
Para finalizar dejaré una frase célebre del gran Dámaso Alonso:
¿Estáis de acuerdo? ¿Discrepáis? Aportad vuestro comentario, me encantaría poder leerlos y poder compartir y nutrirme de nuevas opiniones. Como siempre, ¡gracias por leer!
domingo, 14 de febrero de 2016
Claro de Luna.
La noche es fría. Todo está en silencio. Hay tanto silencio que puedo oír cómo los árboles crecen, cómo el viento llora. El bosque es oscuro e inhóspito. Los árboles de corteza dura y grisacea coronan la hierba y las flores, que se cierran en la noche. Las copas de los árboles tienen nieve, pero es tan tupido y frondoso el bosque que en el suelo no hay ni rastro de ella. La luna alumbra a lo lejos un lugar que puedo vislumbrar difícilmente. Me dirijo ahí torpemente, pues la abundancia de malas hierbas y raíces de árboles en el suelo me hace tropezar varias veces. Atravieso un grupo de arbustos y entro al claro. Era como de unos cinco metros de radio, el rocía de muchas rosas blancas era iluminado por la fuerte luz de la luna llena. Las ramas de los árboles de la periferia se entrelazaban entre sí, creando una cúpula de hojas que envolvía todo el claro. En el centro destacaba algo. Era un árbol muerto. Sus ramas, negras y quebradizas, rascaban el cielo ásperamente, y su tronco se inclinaba ligeramente a la derecha. Su corteza se caía por momentos, ocultándose para siempre en la alta hierba. Sin embargo, ese árbol tenía algo que contrastaba con él. En la más alta de sus viejas ramas, había una manzana. Era una manzana perfecta, de un color rojo intenso y uniforme, sin ningún tipo de pureza o imperfección. Un rayo de luna que era filtrada por una rama lejana iluminaba justo a la manzana, el punto más alto del claro. aparentando en ella una porte majestuosa e impoluta. Mis manos, llenas de ampollas, cogen el tosco tronco y empiezo a escalar el árbol, haciéndome múltiples magulladuras y rompiendo las ramas que iba tocando. Una de ellas se cayó antes de que yo la tocase, y me arañó el rostro, de tal manera que un hilo de sangre caía hasta la comisura de mis labios. Ya estaba ahí, ya la tenía. no faltaba nada. Cojo la manzana y una sensación de frescura y alegría me recorre el cuerpo. Allí mismo la muerdo, creando un profundo boquete en ella. La manzana se llena de mi sangre. Un fuerte dolor me entra en la cabeza. Tan fuerte era que se me nubla totalmente la vista, y no sé dónde es arriba y dónde abajo. Caigo por el árbol, chocándome e hiriéndome con las ramas. Ya en el suelo, sin poder mover nada, empiezo a pensar en lo fácil que habría sido no coger esa manzana, en dejarla ir y haber ignorado el claro. Pero no, lo hice, la mordí. <Qué paradoja> Pensaba yo. <Siempre lo más bonito es lo que más daño nos hace, la curiosidad mató al gato, y esta bella manzana, lo hizo conmigo.> Mis manos dejan de sujetar la manzana, que, todavía manchada de sangre, rueda por la hierba, iluminada por la luz de la luna, acariciada por el viento que lloraba mi muerte.
domingo, 24 de enero de 2016
Érase una vez...
(Antes de iniciar la lectura, quiero decir que si de verdad tenéis ganas de leerlo, leedlo. No lo hagáis por compromiso ni mucho menos. Y quiero daros un pequeño consejo: leed los diálogos al revés, es decir, de donde acaban a donde empiezan. A medida que comencéis la lectura, os haréis con la dinámica. Espero que lo disfrutéis).
Érase una vez un cuento al revés, en el que yo no me hallaba y de repente la muerte se despidió de mí dejando así en su rastro una tenue luz blanca que penetraba mis pestañas hasta que después de un rato, por un pequeño instante, chocó contra mis dos ojos. Llantos irradiaban sobre mi tímpano, relojes rompiéndose, causan mi desdén de tiempo, lágrimas subiendo hacia los ojos de gente que no lograba reconocer, poniendo a prueba la gravedad, hasta que me percato del tacto de una mano, que lentamente resbala de la mía.
En breves morirá. -fue lo único que logré captar-.
El paso del tiempo aligeraba mi visión, reconociendo a cada uno de mi alrededor. La habitación se ensanchaba, junto a mi deseo de quedarme más rato en ella, de hablar a cada componente de este cuarto. Sonrisas esbozaban en rostros dando resultado de aceptación.
Nunca he dejado de correr por los pasillos tras haber apagado la luz, la oscuridad me da pánico. -añadí preguntándome si había sonado demasiado estúpida-. contando lo que siempre tuve miedo a contar, cualquier anécdota vergonzosa que me hiciera parecer vulgar.
Abrí los ojos y de repente me encontré en una cama, una cama en el que mi cuerpo no se amoldaba. Al abrir los ojos, ellos lo afirmaban: en el hospital me encontraba. Después de esto, pude sentir el estallido golpeando sobre mi cuerpo y el experimento estaba a punto de finalizar, nuestra meta: poder simular lo ocurrido tras el teórico big bang. Los minutos se convertían en horas, mi noción del tiempo había exiliado hacia otra posible galaxia, y entonces mis pies escogieron dar leves golpecitos al suelo, alternando ritmos (pequeño síntoma de desesperación)
Bueno, ahora sólo quedará esperar, como cada día. -pensé impaciente-.
¿Ya está configurado? Madre mía, me asombra la agudeza con la que os habéis despertado hoy, chicos. Buen trabajo. -una sonrisa se posó en mi rostro-.
Ya está todo listo para poner en marcha el colisionador de hadrones, ¿estás tú lista?
Entregué los resultados, todos entusiasmados se prepararon. Por fin logré vislumbrarlo, la resolución de la incógnita se refugiaba sobre el papel, sentí esa sensación llamada "orgullo de uno mismo". Pude ver las cosas con más claridad, y esa luz se posó sobre mi hemisferio izquierdo que adormecido se encontraba, más adelante, estaba bloqueada y no pude continuar con el problema, y ahí fue cuando entonces escribí el planteamiento del problema antes de haber leído el enunciado unas cuarenta mil veces. Y le sonreí.
A veces pienso que sí, luego me escucho diciendo esto, y yo solo lo corroboro.
¿No serás el más gracioso de esta sala, no? -dije soltando una carcajada-.
No sería tampoco muy mala idea, podríamos experimentar fuera de aquí...
-solté una leve carcajada-. Sí. Qué, ¿querías compartirla conmigo?
Noche loca, ¡eh!
¿Tanto se me notan? -mi cara de preocupación exaltaba-.
Eh, ¿y esas ojeras? -me preguntó en tono burlesco-.
No podía evitar sonreírle como muestra del gran cariño al que me veo sometida por él. Sus manos se deslizaban sobre mi cara, bajaban con el suave tacto de una ligerísima pluma hasta alcanzar el lugar donde mi cuerpo ansiaba que debían estar, posadas sobre mi cintura encontraba la sensación de bienestar. Sonreímos. Nuestras miradas impactaron desde la lejanía de esta enorme sala.
Mi zona de confort me acurrucaba, sus dulces dedos empalagaban mi figura, y lo peor de todo esto, es que me encantaba empacharme de ellos, jamás era suficiente. Sentí esa sensación de respiración entrecortada.
Eres increíble -me susurró-.
Dormíamos, era genial, pero lo alucinante de este trance fue lo que llegó a continuación: los ronquidos se transformaron en gemidos que no podía sobrellevar, el éxtasis se insertaba en nuestros cuerpos envolviéndonos de besos y gestos románticos, todo esto acabó en tonteo, mimos lentos llevados a cabo sobre nuestra cama.
Oye, ¿te pasaba conmigo algo en análisis?
Mis manos, como si de un campos gravitatorio se tratara, colisionaban con las suyas. Mis nervios se agrandaban al correr el tiempo, la incertidumbre anteponiéndose en mi mente. Mis ojos cerrados, y por el contexto quiero presuponer que los suyos estaban en la misma condición. Nuestros labios separados hasta que finalmente se engancharon. Pude sentir que nunca, nunca en mi corta vida, no había sentido nada así. Ni siquiera sabía si podía dominar la respiración, se escapaba de mi mente, en cualquier momento sentía que dejaba de hacerlo, pero, de todas maneras, sentía que él era el único oxígeno que debería alimentar todas y cada una de mis células. Nuestras bocas separadas, iniciaron el terrible juego del "adivina quien va a dar el paso...", mi desasosiego fue aumentando hasta dar paso a la inseguridad:
¿Y si no quiere... y si no quiere tener nada conmigo? -pensé entristecida-.
Seguíamos sentados en un banco, roído por los graffitis de esos adolescentes que buscaban llamar la atención de los presentes en el banco. El silencio ocupó todo nuestro espacio.
Vale. -contesté tratando de ser lo más borde posible-.
Déjalo. -su cara me coaccionaba-.
-¿y si no era nada, por qué a mí tanto me importaba?- Ehh, ¡ahora me lo dices! ¡No me dejes así! -trataba de exponer mi más cálida sonrisa para que se sintiera arropado-.
Nada, no importa -secamente añadió-.
Y entonces, ¿qué es? -mi oída esperaba escuchar esas palabras "te quiero", pero mi mente trataba de controlar los nervios y callar lo que siento-.
No es eso... -sus brazos ignoraron mi cuerpo, dando lugar a su cabeza agachada que no dejaba de sentirse atraída a mirar al suelo-.
¿Por qué no, es que te vas a sonrojar? -de hecho más no podía estar-.
Calla, no me digas eso -su cara más roja que un tomate-.
Bueno, yo creo que riendo estas más guapo -solté avergonzadamente-.
-su mirada me exigía que retirase esas palabras-. No sé si reírme o llorar por el comentario que acabas de hacer...
-le devolví la sonrisa inconscientemente-. Explica de manera muy extraña, pero es un crack componiendo. Seguramente en el futuro vaya hasta por encima de Bach.
Si te sirve de consuelo, en lo que llevamos de curso, no he pillado ni una explicación del profesor -sonrió-.
Bueno, y muchos días más -respondí avergonzada por lo que él pudiera opinar-.
¿Sólo hoy? -añadió riéndose-.
Sí, la verdad es que no he entendido nada hoy. -mi cuerpo se relajó-.
Vaya clase de análisis, eh
Hasta que su boca se acercó a mi oreja. Sentí que me iba a dar un maldito paro cardíaco. A medida que avanzaba la tarde, mis nervios no cesaban, sus brazos daban calor a mi cuerpo, abrazados en un banco.
-su mirada revelaba que no le hacía ni puta gracia lo de "señor"-. Hasta que nos sentamos.
Me parece bien, señor mío. -en los bancos siempre ocurren los besos... a lo mejor he visto demasiadas películas americanas-.
¿Quieres que nos sentemos en este banco, señorita bonita? -felizmente cortó nuestro paso ligero-.
Pegados seguíamos caminando, manteniendo una absurda charla, hasta que...
Mi mirada le puso mala cara.
-me la quitó de las manos-.
No hace falta, de verdad -dije con ganas de que me la llevara-.
Venga, que no me importa, ¡no desaproveches esta oportunidad!
Ay, da igual
¿Quieres que te lleve la guitarra? -me dijo-.
No sabía por qué ni cómo, pero nuestros pies se pusieron de acuerdo en ir al unísono y comenzamos a caminar, ¿hacia dónde? No sé. Yo confiaba en que él lo sabría.
Calla -añadí pegándole en el brazo-.
Uy, que mal está mentir
A veces lo dudo -le guiñé el ojo-.
Pero, ¡me quieres!
-le ignoré tras varios segundos hasta que...- Eres completamente subnormal -le dije-.
Sí, por supuesto -cogió su móvil y me llamó por teléfono-.
Oye, que no soy un perro, ¿me podrías llamar mejor?
¡¡Eh!! -chillándome repitiendo mi nombre- ¡¡espérame!!
Salí por la puerta apresuradamente (síntoma de cabreo) hasta que después y me despedí de todas las personas que se encontraban por los pasillos. Menos de él. A él sólo lo había visto en análisis, y lo he visto más distante. Estaba revuelta interiormente, me importaba tanto que sólo tenía ganas de llorar, e incluso me preguntaba si le pasaba algo conmigo. La última en salir por la puerta de análisis fui yo, y la clase estaba a punto de empezar. Ya analizada la partitura ocurría lo de siempre:
Llevamos a cabo otra disputa.
Bueno, ¿y bien? ¿Cómo resumiríais esta obra?
-mi niña interior sólo pensaba en: "jódete, subnormal", pero solamente me limité a sonreír-.
Eh, pues tienes razón.
-lo ignoré parcialmente- Pienso que la exposición termina en el compás 24, ya que ahí empieza el tema A pero modulado en la m, pero no tiene nada que ver el bajo con el tema A, y después de ahí inserta un nuevo tema que no se ha dado todavía y no tiene nada que ver, que es a partir del compás 30.
Bah -escuché de fondo-.
Yo. -dije orgullosamente-.
Bueno, pues entonces, ¿alguien tiene otra versión sobre la obra?
Nada -añadieron de fondo mis compañeros-.
Eh, ¿qué está pasando? -logró decir incrédulo el profesor-.
Algo de fondo me animaba, pronunciaba mi nombre y ridiculizaba al de mi compañero estúpido.
-gilipollas, pensé- Mira, ¡que te den! -mi tono se había elevado más de lo que yo quería-.
-la mirada del niño se dirigió hacia mi sien- ¿¿¿Ves???
Sí, está bien.
Bueno, como anteriormente he dicho, la exposición va del 1 al 34, el desarrollo del 34 al 46, y la reexposición del 46 al 60. ¿A qué es así? -argumentó el niño repelente-.
¿Y bien? -dijo soberbiamente el profesor-.
Mientras tanto le otorgó 5 min para acabar.
¡¡Estás tardando en acabar la partitura!! -le ordenó-.
Es que... lo demás no lo tengo... -su cara se ruborizó de inmediato-.
Dime, ¿y lo demás qué? -añadió el profesor-.
¿A qué la exposición va desde el primer compás hasta el 24? -dijo el compañero con el que inicié el debate-.
Venga, pero decidme vosotros que pensáis primero.
Profe, ¿podemos corregir ya la partitura? -se dirigió hacia mi profesor un alumno-.
Pero es que ahí modula y empieza un tema nuevo que no tiene nada que ver con lo anterior. -dije calmadamente-.
A ver, joder, que ¡¡la exposición acaba en el compás 34!!
Acabó la clase y entonces entré por la puerta. Mucho más tarde me encontré con él, y le sonreí. Él no lo hizo. Simplemente quería pensar que no me había visto.
Hasta que me pegó, y la profesora de solfeo nos separó.
Pues me da igual porque me caes mal -dije dándole un codazo-.
Pues cuando pasen lista me enteraré de como te llamas, ¡¡y te taparé los oídos para que tú no sepas como me llamo yo!!
No quiero -haciendo muecas le contesté-.
¡¡Qué mala eres!! ¡¡Dímelo!!
Ahhh, ¡¡adivínalo tú!! -me caía mal este niño-.
Hola, ¿cómo te llamas?
Entré a clase, hoy tocaba ya la primera. Tenía miedo por no hacer amigos.
Mi felicidad salía desprendida a presión por cada uno de mis poros. ¡Iba a tocar instrumentos! Más adelante tendría la charla que decantaría lo que tocaría, ¡estaba tan nerviosa!
Vale pues ya está, está relleno, vamos a hablar con la secretaria para que tome tu inscripción al centro -tiempo atrás yo no sabía que esta secretaria iba a ser tan importante para mí. Fue mi profesora durante muchos años-.
La flauta -dije creyendo que tocaría tres instrumentos-.
¿Y de tercero?
Vaaaale, pero también quiero tocar el piano, así que ponlo de segundo.
¿Entonces ponemos guitarra de primer instrumento?
Ah, también. -convencida respondí-.
¿Y no la guitarra?
Pero es que yo quiero tocar el clarinete!!
¿Y qué tal la guitarra?
La flauta entonces -dije exasperada-.
Pero luego te vas a arrepentir, no vas a querer hacerlo, mira a ver otros instrumentos.
El clarinete, mamá
¿Qué quieres tocar hija?
Llevaba tiempo pensando en tocar algún instrumento porque después de esto tuve que dejar Ballet, ya no sentía nada, sólo me sentía ridícula. Era una niña de 6 años que temía a la vida porque esta se aproximaba.
Llegué a mi casa. Cogida de la mano de mi madre dejaba a un lado "parvulitos". Luego, las clases terminaron, y aprendimos a leer. Yo lo hacía bastante bien. De hecho, recuerdo que antes sabía leer muy bien y me gustaba bastante.
Mis días a partir de aquí se basaron en jugar, en ocupar mi tiempo en ser libre, en hacer todo lo que se me pasa por la cabeza. Ver dibujos, dormir, ir al colegio, pintar, daba igual el orden de los factores, esto nunca alteraba el producto. La verdad es que, mis monótonos días, me gustan. Soy bastante feliz a medida que iba creciendo, pero el antítesis ocurrió: me estaba haciendo más pequeña de estatura, y con ella, mis recuerdos. Me cuesta recordar todo lo que había hecho anteriormente, me cuesta recordar todos mis conocimientos y poderlos aplicar a la vida práctica.
Hasta que apareció y se fugó alguien en mi vida.
Mi hermano y madre, sufriendo se encontraban. Sufriendo se fue. Yo no recordaba bien como era ese sentimiento, pero sabía que anteriormente lo había padecido, así que sentí como si pudiera sentir algo por esa persona, tal vez, empatía, que acabó siendo dolor. No sabía que estaba ocurriendo realmente, pero estaba llorando. Yo estaba llorando. Sus ojos cerrados me marcaron por una pequeña eternidad. Más tarde, aliviada, se pudieron abrir. Yo no sabía que prefería, si era mejor que los mantuviera cerrados como síntoma de alivio y elixir del dolor o que los mantuviera abiertos y presente el dolor. De todas formas, esa persona me importaba. No sabía por qué ni cómo. Pero yo sentía amor hacia ella.
A medida que el reloj avanzaba, podía sentir más punzante su dolor, dolor que compartía con todos los que conformábamos esta sala. Mi madre, derrumbada en su lecho, lloraba, rogaba, porque la muerte se detuviera y hoy no tuviera una víctima más, pero yo no sabía muy bien que era la "muerte". Mi madre solía decir, que cuando la muerte te acoge, vas a un paraíso donde las nubes son de algodón y en ellas posan casitas hechas de cristal donde la gente vive muy bien. A veces miraba al cielo para ver si veía algo, pero las casitas se ocultan muy bien. Pero yo no quería que esta persona fuera al cielo, aunque sonara un poco egoísta, yo quería que se quedase un ratito más.
Urgentemente le ingresaron, yo no sabía que pasaba, pero el silencio se agitaba con sus chillidos, chillidos cada vez más rasgados.
El coche iba demasiado rápido. Esta vez mi madre no me había dicho que me pusiera el cinturón, pero, por una vez en mi vida, lo hice solita porque quería sentirme orgullosa. A toda prisa entramos en el coche, él, mi madre, mi hermano y yo.
Mi madre salió de la habitación a toda prisa cargando con él. Después yo estaba dormida, abrazada a él. De pronto se hizo la hora de la siesta y él y yo decidimos acostarnos.
Mi memoria a corto y largo plazo a partir de aquí no era muy estable. Sólo recuerdo, sólo recuerdo que sé hablar, menos articuladamente, pero hablar sé.
Hasta que después de dos años, en un quirófano me encontraba, encharcada de sangre, llorando como si no hubiese mañana por tomar mi último contacto de aire con el mundo exterior. Me daba algo de pena, pero no era tampoco para llorar inundando los oídos de todo expectante en esa sala.
Al siguiente mes, la enorme barriga de mi madre era un buen sitio para vivir. Tenía todo lo que quería, comida gratuita, podía dormir sin normas y el tiempo que quisiera, podía enfadarme y golpear toooodo que nadie me iba a decir nada. No me aburría, porque perdí la noción del tiempo, ni siquiera me acuerdo de que había vivido en el segundo anterior.
Cada mes que pasaba, mis órganos se iban atrofiando, como era normal en mí, no entendía porque, pero me veía más pequeña. Bueno, en realidad, no me veía. Ya no veía nada.
Hasta que pude ganar una competición, gané, y sé que a mí me encantaba hacerlo, me despedí de todo el organismo, y de ser un parásito para mi madre, ganando la carrera más crucial de mi vida, pude alcanzar a todos mis oponentes, y más orgullosa de mí que sabía que eran bastantes, pero la verdad es que no me dio tiempo ni a mirar hacia atrás.
A quien ha llegado al final, muchísimas gracias. Sois amor. Si os ha gustado, difundirla por todas vuestras redes sociales, y dadle un me gusta, o un +1 (?). Me ayudaría muchísimo. Reitero: ¡muchas gracias!
Érase una vez un cuento al revés, en el que yo no me hallaba y de repente la muerte se despidió de mí dejando así en su rastro una tenue luz blanca que penetraba mis pestañas hasta que después de un rato, por un pequeño instante, chocó contra mis dos ojos. Llantos irradiaban sobre mi tímpano, relojes rompiéndose, causan mi desdén de tiempo, lágrimas subiendo hacia los ojos de gente que no lograba reconocer, poniendo a prueba la gravedad, hasta que me percato del tacto de una mano, que lentamente resbala de la mía.
El paso del tiempo aligeraba mi visión, reconociendo a cada uno de mi alrededor. La habitación se ensanchaba, junto a mi deseo de quedarme más rato en ella, de hablar a cada componente de este cuarto. Sonrisas esbozaban en rostros dando resultado de aceptación.
Abrí los ojos y de repente me encontré en una cama, una cama en el que mi cuerpo no se amoldaba. Al abrir los ojos, ellos lo afirmaban: en el hospital me encontraba. Después de esto, pude sentir el estallido golpeando sobre mi cuerpo y el experimento estaba a punto de finalizar, nuestra meta: poder simular lo ocurrido tras el teórico big bang. Los minutos se convertían en horas, mi noción del tiempo había exiliado hacia otra posible galaxia, y entonces mis pies escogieron dar leves golpecitos al suelo, alternando ritmos (pequeño síntoma de desesperación)
Entregué los resultados, todos entusiasmados se prepararon. Por fin logré vislumbrarlo, la resolución de la incógnita se refugiaba sobre el papel, sentí esa sensación llamada "orgullo de uno mismo". Pude ver las cosas con más claridad, y esa luz se posó sobre mi hemisferio izquierdo que adormecido se encontraba, más adelante, estaba bloqueada y no pude continuar con el problema, y ahí fue cuando entonces escribí el planteamiento del problema antes de haber leído el enunciado unas cuarenta mil veces. Y le sonreí.
No podía evitar sonreírle como muestra del gran cariño al que me veo sometida por él. Sus manos se deslizaban sobre mi cara, bajaban con el suave tacto de una ligerísima pluma hasta alcanzar el lugar donde mi cuerpo ansiaba que debían estar, posadas sobre mi cintura encontraba la sensación de bienestar. Sonreímos. Nuestras miradas impactaron desde la lejanía de esta enorme sala.
Mi zona de confort me acurrucaba, sus dulces dedos empalagaban mi figura, y lo peor de todo esto, es que me encantaba empacharme de ellos, jamás era suficiente. Sentí esa sensación de respiración entrecortada.
Dormíamos, era genial, pero lo alucinante de este trance fue lo que llegó a continuación: los ronquidos se transformaron en gemidos que no podía sobrellevar, el éxtasis se insertaba en nuestros cuerpos envolviéndonos de besos y gestos románticos, todo esto acabó en tonteo, mimos lentos llevados a cabo sobre nuestra cama.
Mis manos, como si de un campos gravitatorio se tratara, colisionaban con las suyas. Mis nervios se agrandaban al correr el tiempo, la incertidumbre anteponiéndose en mi mente. Mis ojos cerrados, y por el contexto quiero presuponer que los suyos estaban en la misma condición. Nuestros labios separados hasta que finalmente se engancharon. Pude sentir que nunca, nunca en mi corta vida, no había sentido nada así. Ni siquiera sabía si podía dominar la respiración, se escapaba de mi mente, en cualquier momento sentía que dejaba de hacerlo, pero, de todas maneras, sentía que él era el único oxígeno que debería alimentar todas y cada una de mis células. Nuestras bocas separadas, iniciaron el terrible juego del "adivina quien va a dar el paso...", mi desasosiego fue aumentando hasta dar paso a la inseguridad:
Seguíamos sentados en un banco, roído por los graffitis de esos adolescentes que buscaban llamar la atención de los presentes en el banco. El silencio ocupó todo nuestro espacio.
Hasta que su boca se acercó a mi oreja. Sentí que me iba a dar un maldito paro cardíaco. A medida que avanzaba la tarde, mis nervios no cesaban, sus brazos daban calor a mi cuerpo, abrazados en un banco.
-su mirada revelaba que no le hacía ni puta gracia lo de "señor"-. Hasta que nos sentamos.
Pegados seguíamos caminando, manteniendo una absurda charla, hasta que...
Mi mirada le puso mala cara.
-me la quitó de las manos-.
No sabía por qué ni cómo, pero nuestros pies se pusieron de acuerdo en ir al unísono y comenzamos a caminar, ¿hacia dónde? No sé. Yo confiaba en que él lo sabría.
Salí por la puerta apresuradamente (síntoma de cabreo) hasta que después y me despedí de todas las personas que se encontraban por los pasillos. Menos de él. A él sólo lo había visto en análisis, y lo he visto más distante. Estaba revuelta interiormente, me importaba tanto que sólo tenía ganas de llorar, e incluso me preguntaba si le pasaba algo conmigo. La última en salir por la puerta de análisis fui yo, y la clase estaba a punto de empezar. Ya analizada la partitura ocurría lo de siempre:
Llevamos a cabo otra disputa.
Algo de fondo me animaba, pronunciaba mi nombre y ridiculizaba al de mi compañero estúpido.
Mientras tanto le otorgó 5 min para acabar.
Acabó la clase y entonces entré por la puerta. Mucho más tarde me encontré con él, y le sonreí. Él no lo hizo. Simplemente quería pensar que no me había visto.
Entré a clase, hoy tocaba ya la primera. Tenía miedo por no hacer amigos.
Mi felicidad salía desprendida a presión por cada uno de mis poros. ¡Iba a tocar instrumentos! Más adelante tendría la charla que decantaría lo que tocaría, ¡estaba tan nerviosa!
Llevaba tiempo pensando en tocar algún instrumento porque después de esto tuve que dejar Ballet, ya no sentía nada, sólo me sentía ridícula. Era una niña de 6 años que temía a la vida porque esta se aproximaba.
Llegué a mi casa. Cogida de la mano de mi madre dejaba a un lado "parvulitos". Luego, las clases terminaron, y aprendimos a leer. Yo lo hacía bastante bien. De hecho, recuerdo que antes sabía leer muy bien y me gustaba bastante.
Mis días a partir de aquí se basaron en jugar, en ocupar mi tiempo en ser libre, en hacer todo lo que se me pasa por la cabeza. Ver dibujos, dormir, ir al colegio, pintar, daba igual el orden de los factores, esto nunca alteraba el producto. La verdad es que, mis monótonos días, me gustan. Soy bastante feliz a medida que iba creciendo, pero el antítesis ocurrió: me estaba haciendo más pequeña de estatura, y con ella, mis recuerdos. Me cuesta recordar todo lo que había hecho anteriormente, me cuesta recordar todos mis conocimientos y poderlos aplicar a la vida práctica.
Hasta que apareció y se fugó alguien en mi vida.
Mi hermano y madre, sufriendo se encontraban. Sufriendo se fue. Yo no recordaba bien como era ese sentimiento, pero sabía que anteriormente lo había padecido, así que sentí como si pudiera sentir algo por esa persona, tal vez, empatía, que acabó siendo dolor. No sabía que estaba ocurriendo realmente, pero estaba llorando. Yo estaba llorando. Sus ojos cerrados me marcaron por una pequeña eternidad. Más tarde, aliviada, se pudieron abrir. Yo no sabía que prefería, si era mejor que los mantuviera cerrados como síntoma de alivio y elixir del dolor o que los mantuviera abiertos y presente el dolor. De todas formas, esa persona me importaba. No sabía por qué ni cómo. Pero yo sentía amor hacia ella.
A medida que el reloj avanzaba, podía sentir más punzante su dolor, dolor que compartía con todos los que conformábamos esta sala. Mi madre, derrumbada en su lecho, lloraba, rogaba, porque la muerte se detuviera y hoy no tuviera una víctima más, pero yo no sabía muy bien que era la "muerte". Mi madre solía decir, que cuando la muerte te acoge, vas a un paraíso donde las nubes son de algodón y en ellas posan casitas hechas de cristal donde la gente vive muy bien. A veces miraba al cielo para ver si veía algo, pero las casitas se ocultan muy bien. Pero yo no quería que esta persona fuera al cielo, aunque sonara un poco egoísta, yo quería que se quedase un ratito más.
Urgentemente le ingresaron, yo no sabía que pasaba, pero el silencio se agitaba con sus chillidos, chillidos cada vez más rasgados.
El coche iba demasiado rápido. Esta vez mi madre no me había dicho que me pusiera el cinturón, pero, por una vez en mi vida, lo hice solita porque quería sentirme orgullosa. A toda prisa entramos en el coche, él, mi madre, mi hermano y yo.
Mi madre salió de la habitación a toda prisa cargando con él. Después yo estaba dormida, abrazada a él. De pronto se hizo la hora de la siesta y él y yo decidimos acostarnos.
Mi memoria a corto y largo plazo a partir de aquí no era muy estable. Sólo recuerdo, sólo recuerdo que sé hablar, menos articuladamente, pero hablar sé.
Hasta que después de dos años, en un quirófano me encontraba, encharcada de sangre, llorando como si no hubiese mañana por tomar mi último contacto de aire con el mundo exterior. Me daba algo de pena, pero no era tampoco para llorar inundando los oídos de todo expectante en esa sala.
Al siguiente mes, la enorme barriga de mi madre era un buen sitio para vivir. Tenía todo lo que quería, comida gratuita, podía dormir sin normas y el tiempo que quisiera, podía enfadarme y golpear toooodo que nadie me iba a decir nada. No me aburría, porque perdí la noción del tiempo, ni siquiera me acuerdo de que había vivido en el segundo anterior.
Cada mes que pasaba, mis órganos se iban atrofiando, como era normal en mí, no entendía porque, pero me veía más pequeña. Bueno, en realidad, no me veía. Ya no veía nada.
Hasta que pude ganar una competición, gané, y sé que a mí me encantaba hacerlo, me despedí de todo el organismo, y de ser un parásito para mi madre, ganando la carrera más crucial de mi vida, pude alcanzar a todos mis oponentes, y más orgullosa de mí que sabía que eran bastantes, pero la verdad es que no me dio tiempo ni a mirar hacia atrás.
A quien ha llegado al final, muchísimas gracias. Sois amor. Si os ha gustado, difundirla por todas vuestras redes sociales, y dadle un me gusta, o un +1 (?). Me ayudaría muchísimo. Reitero: ¡muchas gracias!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)