jueves, 24 de diciembre de 2015

Ho ho ho!

El calor de la estufa me hacía soportar este gélido invierno. El olor de nochebuena llegaba a mi olfato en forma de carne hecha, empacho a mi estómago. Mi cabeza revuelta, y no sólo de escuchar los fogones funcionando toda la mañana, va más allá que eso. El problema es que en estas épocas todo lo que has aprendido se remonta en expresarlo en una cena, sacar los conocimientos que conforman tu persona para hacerles saber a tu familia que tú mereces la pena. Después de esto, viene la inseguridad de no sentirte suficiente, de no sentirte a la altura, sentirte diminuta. Este sentimiento viene dado con la oleada de preguntas que a desgana siempre contestamos dejándonos arrastrar por ésta, viéndonos hasta el cuello por el nivel del mar. Luego llega tu abuela para hincharte los mofletes a base de besos y de nuevo puedo flotar. 

El calor de la estufa desaparece, pero el calor sigue estando presente en el aura de tu familia, siendo lo que somos, Familia. Las controversias, las discrepancias, las discursiones, se exilian a otro lado (posiblemente al verano) y dejan paso a la genética que brilla y alumbra con esplendor dando como resultado risas a causa del increíble parentesco, ayudan a encender nuestra bombilla pensando “wow, creía que no tenían nada en común conmigo...”. Y para finalizar, me encanta embriagarme esta noche y amanecer con resaca sobre mis mofletes y estómago, vuelve el pensamiento: “oh dios, si lo llego a saber hubiese cerrado mi boca y mi mente para no haberme reído tanto”, porque, por una vez, esto es lo más semejante a volver a ser crío, de poder ver todo como algo nuevo, con ilusión, con mucha ilusión, poder sentirte acalorada en este gélido invierno que nos abraza.

viernes, 18 de diciembre de 2015

El eco del silencio.

Sonrisas amargas endulzan nuestras caras,
la sociedad busca convertirse en arma.
Tristeza aprisionada en nuestra alma,
envejece y nadie murmura nada.


Sonrisas amargas endulzan nuestras caras,
el silencio resbala sobre nuestro rostro.
La presión cada vez dirige más hondo,
endurece y nadie sospecha nada.


Sonrisas amargas endulzan nuestras caras,
el abismo busca la recóndita cordura.
Osada soledad abraza por la cintura,
enternece y nadie saborea nada.


Ojos pálidos observan el fondo
oscuro que ciega al que mire,
y se atreva,
rotos platos que ni yo escondo.

¿Para qué?

A día de hoy me sigo encontrando con gente que ejerce las ideas del prójimo por miedo a hacer emerger las suyas, por miedo a que sean rechazadas. Y es que la inseguridad nos ciega, llegando a pensar que nuestras ideas son menos válidas que las del resto obviando la opción de poder llegar al nivel idealizado.

Para situarnos, acudiré a la ejemplificación:

         ¿A quién vas a votar este año?
         Ehm, supongo que al PP...
         ¿Por qué?
         Porque el PSOE no me gusta y ya que van a ganar o el PP o el PSOE elegiré a uno de esos dos porque si voto a alguno otro sería echar a perder mi voto.
         Ah.

Típica situación presente a dos días de las votaciones, tanto que os resultará súper familiar. Supongamos que la persona a la que es preguntada está cansada de la situación actual de España y quiera ya la absoluta erradicación de la crisis pero fomenta la frase "es que la situación no cambia" u otras semejantes a "sino hubiese taaaanta crisis...", a parte de ver como se escuda tras ellas porque es a lo que se ha acostumbrado y retirarlas sería el comienzo de una especie de libertad que no se halla dentro de su zona de comfort, podemos ver como este sujeto espera a que baje Dios y juzgue a los gobernantes para que les entre pánico y comiencen a hacer las cosas correctamente.

El problema de esto, es que el sujeto no es singular, sino más bien, plural (y demasiado plural).

¿Para qué votar a partidos políticos que no van a ganar las elecciones? La respuesta se encuentra en el sujeto. Si cada uno de estos contribuyentes que pensara este pensamiento votara a lo que realmente pensara, podría haber un cambio político donde éste fuera capaz de manejar la situación adecuadamente y podríamos encontrar la solución al "es que la situación no cambia". Perdonad, el cambio reside en el pueblo. Si uno no da el paso, no da la iniciativa, el cambio no llegará por "arte de magia", pero que fácil, que simple es regocijarse en la pena mientras nosotros no hacemos nada y culpamos a los chorizos del pueblo, o más bien, políticos, quienes anteriormente hemos votado. Qué fácil es quejarse y no hacer nada.

¿Para qué escucharte a ti? Para iniciar el cambio. Y si tu voz está bien alta, puedes ser tú esa masa que arrolle a múltiples personas más y ser un ejemplo a seguir para cambiar esta situación.

En serio, votad a quienes para vuestro parecer se lo merecen, porque tirar el voto realmente es: votar a quien todo el mundo vota porque son más capaces o dignos de llegar al "trono".

Para finalizar, quiero comentar que en ningún momento estoy diciendo que no votéis al PP ni PSOE, cada cual con su ideología, pero quiero añadir que el bipartidismo lleva sin funcionar múltiples años (o nunca).

Y todo esto es una metáfora como la vida misma.

Gracias por leerme.


jueves, 17 de diciembre de 2015

Aquellos cuatro chicos.






     Cuatro caminos había
     como líneas que se cruzaban.
     No encontraban alegría
    pues no la necesitaban.

    Cuatro sombras muy opacas
    de grave y oscuro negro
    no dejaban traspasar
    la luz por el magro techo.

    Aquellos cuatro chicos
     que vagaban sin rumbo
     subieron a los picos
    raudos como el leve humo.

    Y querían alma, y querían vida,
     y querían amor y diversión.
     Pero eso jamás volvió,
    tuvieron su oportunidad,
    que ellos se encargaron
     de desaprovechar.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Apatía

Llaman a la puerta, detrás de ella está. Me asombra lo puntual que es cuando se presenta, el margen de error no está en su estrecha agenda. Violenta vuelve a llamar a la puerta, detrás de ella está. Me asombra el ímpetu creado por ella, la rabia agitada contenida. Arañando vuelve a llamar a la puerta, detrás de ella permanece. Me estremece el chirrido de su oscura garra, el agudo sonido de su consecuencia. Tocan a la puerta, detrás de ella está, pero no por mucho más. Bienvenidos sean los sentimientos que residen detrás de ésta, mi horrible simpatía siempre me acompaña, me empuja hacia la entrada y me obliga a ser amable. Abro la puerta, y asombro el mío que no veo nada.

Ya no puedo ver nada. 

miércoles, 2 de diciembre de 2015

No Estaciones

Hojas cayendo sobre mi sombra; cubren mi torso
 (me convierto en otoño)
Secas las hojas se resienten en mi torso
 (y aquí comienza el invierno)

Espero que todo vuelva a brotar, que la vida se quede en su hogar, contagie al árbol que es mi cuerpo, y mi mente pueda estar revuelta de primavera.