viernes, 18 de diciembre de 2015

El eco del silencio.

Sonrisas amargas endulzan nuestras caras,
la sociedad busca convertirse en arma.
Tristeza aprisionada en nuestra alma,
envejece y nadie murmura nada.


Sonrisas amargas endulzan nuestras caras,
el silencio resbala sobre nuestro rostro.
La presión cada vez dirige más hondo,
endurece y nadie sospecha nada.


Sonrisas amargas endulzan nuestras caras,
el abismo busca la recóndita cordura.
Osada soledad abraza por la cintura,
enternece y nadie saborea nada.


Ojos pálidos observan el fondo
oscuro que ciega al que mire,
y se atreva,
rotos platos que ni yo escondo.

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